El presidente Evo Morales, un socialista confeso, encabeza este jueves la conmemoración de los 42 años de la captura y muerte en la selva de Bolivia de Ernesto «Che» Guevara, reivindicando la «lucha antiimperialista» que el mítico guerrillero preconizó a sangre y fuego.
La ceremonia se iba a desarrollar en el poblado de Vallegrande, una comarca en el sureste boliviano donde el legendario guerrillero fue exhumado en julio de 1997, tres décadas después de ser fusilado y enterrado en una fosa común, y escenario estos días de un Encuentro Social Alternativo de dirigentes latinoamericanos.
Como es habitual en estas fechas, los participantes de la cita social -que analizó la problemática social, económica y política de la región- asisten, junto a las autoridades, a los homenajes culturales y políticos en memoria del Che.
A cuatro décadas de su asesinato, la leyenda revolucionaria del argentino cubano sigue despertando pasiones encontradas en Bolivia: mientras sus adherentes desarrollaron homenajes en Vallegrande, en La Paz las Fuerzas Armadas y los combatientes de la guerrilla de 1967 también realizaron actos conmemorativos.
«Las Fuerzas Armadas rinden un ferviente homenaje a los valerosos excombatientes de la heredad nacional que demostraron la capacidad del Ejército en la campaña contra guerrillera de 1967», dijo el general Enrique Alvan, en representación de la institución militar.
Che «sufrió una terrible y amarga derrota en suelo boliviano al empuje de nuestros valerosos soldados, oficiales, suboficiales y sargentos», abundó.
En tanto, el presidente Morales, que no concurrió a la ceremonia castrense, era esperado en el poblado de Vallegrande para encabezar el homenaje.
Hace un año, en estas mismas fechas, Morales dijo que «la única diferencia que tuviera con el Che es que él buscó la igualdad, la justicia, con las armas en la mano», al tomar distancia de la «teoría del foco» desarrollada por el guerrillero.
Ahora «se hacen revoluciones en democracia, pacíficas», suele sostener Morales, admirador de Mao Tse Tung (Mao Zedong), igual que el guerrillero argentino-cubano.
Morales, que nació en octubre de 1959 en Orinoca, un remoto pueblo de los Andes dominado entonces por el Partido Comunista de Bolivia -el mismo que, según documentos históricos, traicionaría al Che en 1966- tuvo su primer encuentro con la izquierda no a través del jefe guerrillero sino de Mao, luego de que un primo suyo lo alentara a leer las obras completas del líder chino.
En conmemoración al aniversario, el ministro de Culturas de Bolivia, Pablo Groux, anunció el lanzamiento de una edición de mil ejemplares del facsímil del diario de campaña de Guevara, en ocasión de la próxima cumbre del ALBA en Cochabamba (centro), la siguiente semana.
«Vamos a publicar una edición facsimilar del diario del comandante Che Guevara, que es una réplica exacta del que escribió con su puño y letra» durante los preparativos y los meses de campaña, anunció Groux.
La guerrilla del Che combatió en las selvas del sureste boliviano desde marzo de 1967 hasta octubre del mismo año, en que fue aniquilada tras la captura con vida del mítico guerrillero y su posterior asesinato.
Hace 42 años, el 9 de octubre de 1967, Ernesto Che Guevara moría asesinado en la comarca boliviana de La Higuera, un día después de ser capturado vivo por el ejército, y desde entonces el mito del guerrillero se acrecienta parejo a la inquietante maldición que parece pesar contra quienes le hicieron mal.
La leyenda del Che incluye una vertiente religiosa que atribuye a «San Ernesto de La Higuera», como le llama la población de la región donde llevó su guerrilla, diversos milagros menores como ayudar a que no falte comida o a hallar ganado.
Según algunos contribuyó al mito la apariencia de «Cristo muerto», de la pintura de Andrea Mantegna (1506), con la que el Che fue retratado exánime en la lavandería del hospital de Vallegrande, donde su cadáver fue exhibido después de su ejecución en La Higuera, tras dispararle a quemarropa el suboficial Mario Terán.
En la imagen del fotógrafo boliviano Freddy Alborta, el guerrillero argentino yace inerte con los ojos y labios entreabiertos.
Pero igualmente una racha de muertes violentas o accidentes ocurrieron a personajes vinculados con la captura y muerte del Che.
La llamada «maldición del Che» se inició con una sequía que asoló La Higuera y que fue atribuida por pobladores a un conjuro lanzado por el guerrillero.
El general René Barrientos Ortuño, ex presidente boliviano que ordenó la ejecución de Guevara, supuestamente por instrucciones de la CIA estadounidense, murió quemado en un oscuro accidente de helicóptero en 1969.
El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de esa época, general Alfredo Ovando, murió quince años más tarde aquejado de una enfermedad, pero tuvo que soportar antes la muerte de su hijo mayor en un accidente de aviación.
También el jefe de estado mayor, general Juan José Torres (presidente populista entre 1970 y 1971), encontró la muerte en Buenos Aires a manos presumiblemente del grupo paramilitar Triple A, en tiempos del dictador argentino Jorge Videla.
En 1968 dos pistoleros asesinaron al general Joaquín Zenteno, comandante de la unidad rangers que capturó al Che, en una calle de París. Y tres años más tarde el jefe de inteligencia Roberto Quintanilla fue abatido en su despacho del consulado en Hamburgo por la boliviana Mónica Ertl.
El comandante de la patrulla que capturó al Che, capitán Gary Prado, fue herido en 1981 por un disparo casual que lo postró de por vida en una silla de ruedas.
La maldición del Che alcanzó también a otros personajes como el coronel Andrés Selich, asesinado en 1973 tras ser sospechado de conspirar contra el dictador Hugo Banzer, o el entonces ministro del Interior, Antonio Arguedas -quien envió a Fidel Castro las manos mutiladas y el diario del Che Guevara en 1967-, que murió en 2000 al estallar en su cuerpo una bomba de alto poder.
Según los pobladores de La Higuera, el Che maldijo a ese poblado desde un aula de la escuela del lugar en que estuvo prisionero unas horas antes de ser abatido a tiros por orden superior y, desde entonces, la localidad continúa en el subdesarrollo.
Pero el hombre que disparó sobre el Che sobrevivió a la maldición. Y en una paradoja, Mario Terán, tras quedar ciego en la vejez, recuperó la vista gracias a la «Operación Milagro», un programa en Bolivia liderado por… médicos cubanos.