Con flores y rosarios para soldados caí­dos


Familiares de los soldados caí­dos en la Guerra de las Malvinas cargan la imagen de la Virgen de Luján, en memoria de los fallecidos. FOTO LA HORA: AFP DANIEL GARCíA

Victoria Ramí­rez lleva en su bolso un rosario de onix, flores artificiales y un puñado de poemas que trajo desde su natal Salta (norte argentino) para adornar una tumba en las Islas Malvinas, donde el sábado homenajeará a su hermano caí­do en la guerra con Gran Bretaña de 1982.


«Es la primera vez que voy a las islas y la primera vez que viajo en avión», reveló esta maestra de 42 años con otro rosario entrelazado entre sus dedos, a bordo de un vuelo que la noche del viernes cumplió la ruta Buenos Aires-Rí­o Gallegos, 2.800 km al sur de la capital argentina, y escala hacia Malvinas.

Victoria viajó junto a un contingente de casi 200 familiares, que este sábado participan de una ceremonia en un memorial en el cementerio argentino de Darwin, en la Isla Soledad, inaugurado una semana atrás por otro grupo de deudos, en el marco de un acuerdo al que llegaron los gobiernos argentino y británico.

La mujer, que calza un buzo azul con una estampa de las Islas Malvinas, perdió en la guerra a su hermano José Luis, un cabo primero de la Marina que murió a los 24 años en el hundimiento del crucero General Belgrano, torpedeado por el submarino nuclear Conqueror.

«Tengo que elegir una cruz sin nombre para dejarle estos recuerdos», dijo en alusión al centenar de tumbas con la inscripción «soldado argentino sólo conocido por Dios» mezcladas entre las 230 del camposanto, localizado en un despoblado y ventoso paraje, dominado por una gran cruz blanca de tres metros de altura.

«El cementerio de mi hijo está en el océano, pero de Darwin se divisa el mar, con eso me conformo», reflexionó unos asientos más delante Valeria de Ramos, una panadera salteña de 65 años, cuyo hijo, Hilario Ramos, de 18, también se perdió en las frí­as aguas del Atlántico Sur cuando los británicos hundieron el Belgrano el 2 de mayo de 1982.

De Ramos integra la Comisión de Familiares de Caí­dos en Malvinas, y por su función viajó a Darwin en 2004, cuando concluyeron las obras del cenotafio en el cementerio inauguradas el pasado 3 de octubre, y donde este sábado será emplazada una imagen de la Virgen de Luján, patrona de Argentina.

A bordo del vuelo, Pedro César Sisterna (44) exhibe un poncho rojo y negro, tí­pico de Salta, que trajo para combatir el frí­o helado de las islas, y en honor a su hermano, Jorge Luis, un cabo segundo de Infanterí­a de Marina, que murió en la batalla del monte Two Sisters (Dos Hermanas) el 12 de junio, dos dí­as antes de la rendición argentina.

«Jorge era el encargado de colocar las minas. Fue alcanzado por un misil lanzacohetes. Nunca identificaron sus restos», afirmó Sisterna, para quién su hermano «fue un héroe que luchó por una causa justa».

Un grupo de ex combatientes argentinos acompañaron a los familiares hasta Rio Gallegos, desde donde un vuelo regular de la empresa LAN Chile los llevaba el sábado a las Islas Malvinas, donde está previsto que permanezcan unas cinco horas.

Varios de ellos, aún se resisten a regresar a los escenarios del conflicto bélico porque no quieren que sus pasaportes sean sellados por las autoridades británicas, lo que consideran una afrenta.

La guerra estalló cuando la dictadura argentina envió tropas que invadieron las islas el 2 de abril de 1982, pero fueron derrotadas por una fuerza de tareas despachada por Londres.

Durante el conflicto murieron 649 argentinos y 255 británicos, tras 74 dí­as de combates en un territorio por el que Argentina sigue reclamando su soberaní­a.