Eduardo Blandón
No se equivoque igual que yo al leer el título del libro: no se trata de un manual para aprender triquiñuelas en el arte de la memorización. Nada que ver. Se trata más bien de una especie de manual breve para estudiantes y profesores sobre la mejora en la capacidad de estudiar.
Digo «manual breve» porque el libro es pequeño. Pertenece a esos textos llamados «de bolsillo» cuyo valor estriba en la capacidad de síntesis con que el autor presenta los temas. De aquí que sea ideal para recordar conceptos, construir mapas conceptuales o si uno es un bisoño en los contenidos, iniciarse finalmente sin mayor dificultad.
Los capítulos desarrollados son los siguientes: 1. El poder del cerebro; 2. El pensamiento creativo; 3 Cómo mejorar tu memoria; 4. Ver y observar; 5. El valor de la visualización.; 6. Oír y escuchar; 7. Mejorar tu lectura; 8. Escribir y tomar notas; 9. Trabajar con números; El resultado final y, 11. Resumiendo, paso a paso.
Como puede observarse, los temas no son sofisticados y mal haría, por consiguiente, recomendárselo a lectores avanzados. Este es un documento más bien para estudiantes, adolescentes que estudian en la secundaria o más jóvenes de quinto o sexto grado. Para un avanzado universitario, el libro es un tanto simple, aunque, si me atengo a la experiencia propia, hay estudiantes de este nivel que no les iría nada mal un repaso de conceptos.
Abordemos algunos puntos que subraya Markham en su estudio sobre la capacidad de aprender. En el primer capítulo insiste en la enorme capacidad del cerebro para conocer y descifrar los misterios del mundo, pero, a la vez, en el sub uso que hacemos de él. Ella dice que es urgente aprovechar toda la capacidad cerebral no sólo para fines utilitarios en la escuela, sino para la vida en general. Subraya la idea de la disposición natural que tenemos los seres humanos para ser genios y, sin embargo, la poca habilidad que tenemos para serlo.
En opinión de Markham es importante la estimulación del cerebro para su desarrollo y sugiere para esto una buena alimentación, la eliminación del alcohol, el tabaco y la droga. Mucho ejercicio, insiste, así como liberarse del estrés y manejar adecuadamente las preocupaciones. Por último, afirma, es importante cuidar el ambiente donde habitualmente estudiamos: procurar adecuada ventilación, comodidad, y la eliminación del ruido.
«Conócete bien. ¿Discurres mejor por la mañana o por la noche? Donde sea posible, trata de adaptar tu tiempo de estudio a tu personalidad. No adelantes nada haciéndote las cosas más difíciles, de manera que quizá tengas que hacer algunos cambios en tu rutina diaria, para que tu tiempo de estudio coincida con tus momentos mejores durante el día».
La pedagoga, en un segundo orden de ideas, escribe sobre la importancia de la creatividad. Explica que hay un cierto imperativo intelectual que nos debería obligar a no repetir a pie puntillas las ideas del pasado. Para esto, nada mejor que dar rienda suelta al pensamiento. No hay que tener miedo, dice, hay que atreverse a plantear ideas novedosas y atrevidas aunque al principio creamos que no valen nada. La académica sugiere para incentivar la virtud, diversas estrategias, entre otras, el «brainstorming» (la lluvia de ideas) y los mapas conceptuales.
El libro sugiere, sobre todo, actitudes internas para atreverse a soñar. Critica la educación tradicional porque no educa a la innovación, al cambio, ni a la modernización. Se premia más bien, dice, lo mismo, al que repite más y mejor. Entonces, escribe, se hace necesario vencer los obstáculos y perder los temores. No importa si uno tiene la sensación de estar loco o que los otros vayan a criticar.
Por medio de la siguiente historia, ilustra el significado de ser creativo:
«Son las siete de la mañana. El desayuno está en la mesa, y la madre va a la habitación de su hijo. «Â¡Paco, levántate! Vas a llegar tarde al colegio. Tu desayuno está ya preparado». Paco suelta un gruñido y se da media vuelta en la cama. Diez minutos más tarde, la madre vuelve a la habitación de su hijo. Ahora está furiosa. «Â¡Levántate de la cama!», le grita. «Vas a llegar tarde».
Paco abre los ojos y mira a su madre. «Hoy no quiero ir al colegio», dice. «En el colegio hay mil alumnos y todos me odian; hay veinte maestros y todos ellos también me odian. Dame una buena razón para que tenga que ir». Te voy a dar dos razones», replica su madre. «Una: tienes cuarenta y cinco años; y dos: eres el director del colegio».
Lo único que hace que la anécdota sea divertida es la sorpresa: que se trata de un hombre de cuarenta y cinco años, y que es el director del colegio (…). Son nuestras ideas preconcebidas las que nos llevan a esa conclusión (?). El pensamiento creativo trata de que olvides tus ideas preconcebidas y dejes de hacer suposiciones. Esto es, precisamente lo que han hecho, durante siglos, los grandes pensadores. El pensamiento creativo no brota de una mente llena de prejuicios».
En el capítulo dedicado a las técnicas para mejorar la memoria, Markham critica el memorismo. Indica que no tiene sentido que la educación se valga de este recurso de manera exclusiva, aunque advierte al mismo tiempo, sobre su importancia. ¿Qué debe hacerse para mejorar la memoria? Ella sugiere lo siguiente: aumentar el interés y la atención, obtener información y comprenderla, reforzar y repasar.
«Una vez que hayas comprendido totalmente aquello que quieres memorizar, necesitas reforzar esta comprensión.
1. Puedes hacerlo de la misma manera que haces con tus apuntes: tomando notas, subrayando, empleando rotuladores de colores luminosos, etc.
2. Puedes crear una serie de mapas de ideas, de forma que tu nuevo conocimiento se inserte en un orden lógico.
3. Puedes hacer una lista de palabras clave relacionadas con el tema que estás estudiando.
4. Y si el tema que estás tratando permite la creación de imágenes visuales, podrías hacerlas surgir. Todas estas técnicas resultarán ser muy valiosas en el momento en que, en una fecha posterior, te propongas recobrar la información que yace en los depósitos de tu memoria».
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