Tras los pasos de un aventurero


El escritor Mario Vargas Llosa está preparando la próxima presentación de su novela basada en la vida de Irish Roger Casement. FOTO LA HORA: AFP PIERRE-PHILIPPE MARCOU

El peruano Mario Vargas Llosa prepara a los 73 años una novela sobre un aventurero a caballo entre varios continentes sin dejar de cultivar la curiosidad y el compromiso que jalonan su vida.


«Me fascinó mucho la vida tan diversa, aventurera» del norirlandés Roger Casement (1864-1916), diplomático británico que denunció los abusos durante la colonización en el Congo belga y la Amazoní­a, que más tarde defendió la independencia de Irlanda y fue condenado a muerte, relató en una entrevista.

«El sueño del celta», tí­tulo probable del libro que podrí­a terminar en 2010, es «una novela inspirada en hechos históricos» que sigue la trayectoria del irlandés, un «anticolonialista» y «gran luchador por los derechos humanos» que «se adelantó muchí­simo a su tiempo», define Vargas Llosa, que descubrió a su protagonista en una biografí­a del polaco-británico Joseph Conrad.

Como emulando a Casement, en los dos años que lleva inmerso en el proyecto ha viajado al Congo (la actual República Democrática del Congo, RDC) hace un año y a Irlanda del Norte el mes pasado.

«Es una investigación de novelista para familiarizarme con los ambientes, los paisajes, las sociedades que voy a inventar (…) pero a la hora de escribir lo hago con muchí­sima libertad», describe en su casa del centro de Madrid, donde vive durante la mitad del año desde hace unos 10 años.

El proyecto le tiene «muy ilusionado». «Al principio los libros me cuestan mucho trabajo y paso siempre algún perí­odo difí­cil, pero si avanzo, si persevero, llega un momento en que el trabajo ya comienza a ser muy estimulante», confiesa.

Aunque el libro le lleva actualmente la mayor parte de su tiempo, ésta no es la única actividad del multipremiado escritor, candidato desde hace años al Nobel, que hace dos semanas recibió el Caballero Bonald y a finales de mes será galardonado con el Premio Internacional Don Quijote de La Mancha.

Hace un año presentó un ensayo sobre Juan Carlos Onetti y hace tres semanas «Sables y utopí­as», recopilación de artí­culos sobre América Latina; después de Irlanda ha estado en Lanzarote visitando al Nobel José Saramago.

Y además de escribir artí­culos de actualidad, no descarta volver al teatro, que le ha llevado tres veces a los escenarios, mientras tiene en su agenda un semestre de clases en la Universidad de Princeton (Estados Unidos) en 2010.

«Un escritor debe procurar no volverse una estatua nunca, debe mantenerse vivo hasta el final y para eso creo que es importante mantener la curiosidad», estima.

La cantidad de proyectos y la edad le obligan a priorizar: «Eso lo viven (…) todos los seres humanos: las posibilidades se van cerrando siempre con los años, pero lo que es importante» es «tener siempre proyectos en perspectiva».

«Nunca me gustó la idea del escritor completamente confinado en su biblioteca (…) yo necesito por lo menos tener un pie en la calle y saber qué es lo que ocurre fuera, y por eso hago periodismo», explica.

Para este arequipeño que ha evolucionado desde las posiciones de izquierda de su juventud a las liberales, «la literatura es también una manera de participar en la sociedad».

«Cuando yo empecé a escribir la idea era que los escritores tení­an la obligación moral, más que polí­tica, de participar en la vida cí­vica, y la verdad es que aunque he cambiado en muchas cosas, en eso creo que sigo bastante fiel», asegura Vargas Llosa, que fue candidato a la presidencia peruana en 1990.

El autor de «La ciudad y los perros» adereza su «vocación» con perseverancia y afán de superación, aunque dice no ser vanidoso.

«Hay que tener una sensibilidad, una vocación, pero todo eso sin un trabajo, sin una perseverancia, sin una disciplina, no sirve para nada», considera.

Además, «es indispensable tener ambición, proyectar cosas que superen lo que uno ya ha hecho, no repetirse». «Explorar posibilidades nuevas es una manera de renovarse, de mantener un espí­ritu joven (…) un esfuerzo constante de superación».

DEFENSOR Roger Casement


«El sueño del celta», probable tí­tulo de la próxima novela de Mario Vargas Llosa, traza la vida de Roger Casement (1864-1916), un diplomático irlandés pionero en denunciar a finales del siglo XIX los abusos de la colonización tanto en ífrica como en el Amazonas.

Casement «habí­a estado en la Amazoní­a peruana en la época del caucho y tanto en el Congo como en la Amazoní­a habí­a hecho unos informes muy crí­ticos de los malos tratos, los abusos y los crí­menes que se cometí­an con los indí­genas, tanto africanos como amazónicos, en las plantaciones caucheras», relata en una entrevista.

El irlandés «fue un hombre muy prestigioso, un gran luchador por los derechos humanos en una época en que no se hablaba casi de derechos humanos, sobre todo en relación con la colonización, con el Tercer Mundo; fue un adelantado de su época», define.

«Sus informes sobre la Amazoní­a son muy impresionantes, sobre todo la lucidez extraordinaria con que él advirtió de toda la problemática social, cultural, de una región que era prácticamente desconocida, no sólo para el resto del mundo, sino para el propio Perú occidentalizado», señala.

Casement es «uno de los primeros en ver con gran claridad y documentar», con «todo lujo de detalles», las «secuelas terribles de sufrimiento para los pueblos colonizados» que provocaron las colonizaciones, que alcanzaron su máximo nivel en el Congo belga africano, según el escritor.

«Fue un gran luchador anticolonialista y un hombre muy respetuoso con las culturas primitivas: no participó de los prejuicios, del racismo que estaba tan extendido en su tiempo, fue un hombre muy moderno en ese sentido», describe.

Sus denuncias contribuyeron a levantar «un movimiento internacional muy fuerte de protestas, de denuncias, en el caso del Perú, de Colombia incluso; reacciones judiciales contra las compañí­as caucheras».

Vargas Llosa también indaga en su libro en otros aspectos del personaje como su trabajo de diplomático para Gran Bretaña y luego su defensa de la independencia irlandesa, a pesar de venir de una familia unionista, o su homosexualidad.

«Hay una ambigí¼edad en él, una duplicidad que hace al personaje muy dramático», también porque «tuvo una vida privada muy desgarrada, muy truculenta» y a veces sumida en la «clandestinidad», detalla.