Una alerta de maremoto después de tres violentos sismos cerca del archipiélago de Vanuatu desencadenó hoy escenas de pánico en el Pacífico sur, una región afectada una semana antes por un tsunami que dejó al menos 184 muertos.
Desde fines de septiembre se han producido varias catástrofes naturales en Asia y el Pacífico -tsunamis, sismos y tifones- que dejaron unos 2.000 muertos.
El Centro de Alerta de Tsunamis en el Pacífico, cuya sede se encuentra en Hawai, declaró riesgo de tsunami después de tres sismos sucesivos, de una magnitud de 7,8, 7,7 y 7,3, entre los archipiélagos de Vanuatu y las islas Salomon, según el Instituto de Estudios Geológicos norteamericano (USGS).
El jueves por la tarde se registró un cuarto terremoto, de magnitud 7, pero sin desencadenar una alerta de tsunami.
La alerta, que se extendió a una gran zona del Pacífico, fue levantada dos horas y media después del primer temblor.
Esa alerta fue declarada en dos etapas para unos 30 países y territorios, causando escenas de pánico, sobre todo en las islas Samoa, devastadas el 29 de septiembre por un tsunami provocado por un sismo de magnitud 8.
Por el momento no se señalaron daños materiales.
«Se produjo un tsunami, pero parece que no causó daños», precisó Brian Yanagi, del Centro Internacional de Información sobre Tsunamis de Hawai.
En una primera etapa, la alerta había sido lanzada para Vanuatu, las islas Salomón, Papúa Nueva Guinea, Nueva Caledonia, Tuvalu, las islas Fiyi y las Kiribati.
Luego fue ampliada a Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, las islas Samoa y las islas Tonga.
En las Samoa, miles de habitantes se refugiaron en las zonas más altas. De acuerdo con el último balance, el tsunami del 29 de septiembre dejó 143 muertos en las Samoa, 32 en las Samoa estadounidenses y nueve en las islas Tonga.
En Vanuatu se desataron escenas de pánico. Numerosos habitantes escaparon del litoral y turistas fueron evacuados de las playas.
«La gente es presa del pánico, trata de saber lo que sucede y tener noticias de sus familiares y amigos», indicó un miembro de la ONG Care.
La capital Port Vila, en la costa, fue abandonada por la población. «Los comercios cerraron y los empleados partieron para refugiarse en las zonas más altas», declaró Arjun Channa, director del hotel Le Méridien.
Según Shane Coleman, representante consular de Nueva Zelanda en Vanuatu, no hubo señales de maremoto.
En Nueva Caledonia, a unos 500 km al sudoeste de Vanuatu, no se observó ninguna ola de gran tamaño, de acuerdo con las autoridades.
Las escuelas y la población de las islas de la Lealtad y de la costa oriental de la Tierra Grande fueron evacuadas, así como las poblaciones a orillas del mar en el vecino archipiélago de Wallis y Futuna.
El «cinturón de fuego» del Pacífico, donde se yuxtaponen varias placas tectónicas, tiene «una fuerte actividad desde hace una semana y media», explicó el jueves Dale Grant, un experto de USGS.
El 30 de septiembre, el oeste de la isla indonesia de Sumatra fue parcialmente devastado por un sismo de magnitud 7,6. El balance oficial era el miércoles de 704 muertos confirmados, pero la Cruz Roja estima en más de 3.000 el número de decesos.
Sin embargo, según Kevin McCue, director del Centro de Sismología australiano, es probable que los sismos de Sumatra y Vanuatu -dos territorios muy alejados- no estén relacionados.