El presidente de Nicaragua, Enrique Bolaños, concluye mañana cinco años de mandato en los que la lucha contra la corrupción que emprendió en medio de fuertes conflictos con sus opositores liberales y sandinistas, que le declararon la guerra desde el Congreso, amenaza con volverse contra él y sentarlo en el banquillo de la justicia.
Este empresario de 78 años, que llegó al poder en enero de 2002 con el apoyo del 53% de los nicaragí¼enses, termina su gobierno con una baja popularidad y sin cumplir con la expectativas de una población mayoritariamente pobre.
Bolaños marcó el inicio de su administración con la persecución de una decena de ex funcionarios y colaboradores que fueron acusados en los tribunales de justicia por delitos de corrupción durante el gobierno de Arnoldo Alemán (1997-02).
El propio Alemán fue condenado a 20 años de prisión domiciliaria en diciembre de 2003 por lavado de dinero y cinco delitos conexos de corrupción.
Alemán está siendo investigado en Estados Unidos por la aparición de 700.000 dólares de dudosa procedencia en Panamá, que el año pasado abrió un proceso contra el ex mandatario por blanqueo de 58 millones de dólares.
Los otros procesos judiciales se desvanecieron en 2003, cuando la mayoría de los acusados abandonaron la cárcel por enfermedad, absoluciones judiciales o desistimiento del mismo gobierno, en medio de la guerra política que libraba con el Partido Liberal Constitucionalista (PLC, derecha), que llevó a Bolaños al poder bajo la dirección de Alemán, y que después le retiró su apoyo para irse a la oposición.
Los liberales, que eran mayoría en el Parlamento, no lograron impedir que en diciembre de 2002 su líder fuese desaforado y procesado por corrupción, mediante la alianza que Bolaños pactó con la bancada del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda).
Los conflictos subieron de tono en 2004, cuando Bolaños, por presiones de Estados Unidos, rompió la alianza que tenía con el FSLN, lo que provocó que liberales y sandinistas revivieran su alianza en el Congreso, donde son mayoría desde hace diez años.
La colaboración del PLC, liderado por Alemán, y el FSLN de Daniel Ortega tuvo su máxima expresión en 2005, cuando el Parlamento aprobó una reforma constitucional que redujo los poderes presidenciales con la intención de asumir el control del gobierno.
Las enmiendas originaron una crisis institucional entre Bolaños, que se negó a acatarlas con el respaldo de la policía y el ejército, y el Parlamento que exigía su cumplimiento por la vía judicial.
La crisis motivó la mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA) que en septiembre de 2005 logró, con el apoyo de la representación de las Naciones Unidas en Managua, que el Parlamento pospusiera la vigencia de las reformas hasta el 20 de enero de este año.
Pese a ello Bolaños no consiguió afianzar su liderazgo como jefe de gobierno y descuidó los problemas económicos y sociales del país, donde el 70% de la población vive en la pobreza.
Bolaños concluye así cinco años de gobierno en los cuales mantuvo la estabilidad macroeconómica, a costa de reducir el gasto social, pese a que obtuvo el perdón del 80% de la deuda externa.