Benedicto XVI culmina visita tras denunciar al comunismo


El papa Benedicto XVI bendice a sacerdotes jubilados y minusválidos en la Basí­lica de San Wenceslao, en Stara Bolesav, cerca de Praga. AFP PHOTO/JOE

El papa Benedicto XVI termina hoy con una misa en Stara Boleslav, cerca de Praga, una visita a la República Checa, realizada 20 años tras la caí­da del Muro de Berlí­n, en la que denunció los males del comunismo y advirtió contra el «cinismo» y «relativismo» actuales.


El sábado, al llegar a la República Checa, pocas semanas antes del 20º aniversario de la Revolución de Terciopelo, que puso fin de forma no violenta en 1989 al poder comunista en Praga, y de la caí­da del Muro de Berlí­n, el Papa alemán dio gracias por la «liberación» de este paí­s y de sus vecinos «de esos regí­menes opresores».

La desaparición de los poderes impuestos luego de la Segunda Guerra Mundial por la Unión Soviética en Europa central y oriental permitió a esos paí­ses «ocupar el lugar que les corresponde en el concierto de naciones en calidad de actores soberanos», insistió el Sumo Pontí­fice.

Poco después, afirmó que en la sociedad checa, de mayorí­a laica y donde sólo la tercera parte se declara católica, «siguen abiertas las heridas ocasionadas por la ideologí­a atea» del comunismo.

De esta forma, Benedicto XVI, que realizaba su segunda visita a un ex paí­s comunista, siguió los pasos de su predecesor Juan Pablo II, al cual citó en varias oportunidades. El Papa polaco, que en 1990 consagró a Checoslovaquia su primer viaje a un ex paí­s comunista, contribuyó a la instauración de la democracia en Polonia y luego en otros paí­ses de la órbita soviética, así­ como a la caí­da del Muro de Berlí­n.

El sumo pontí­fice también se entrevistó por primera vez, durante una reunión de personalidades en el Castillo de Praga, con el ex presidente Vaclav Havel, un artí­fice de la caí­da del comunismo en su paí­s.

Pero si bien «el proceso de curación y reconstrucción continúa», otros peligros acechan actualmente a la sociedad, insistió el jefe de la Iglesia católica.

«Â¿Hay algo más inhumano y más destructor que el cinismo que quisiera negar la grandeza de nuestra búsqueda de la verdad y que el relativismo que corroe los verdaderos valores que inspiran la construcción de un mundo unido y fraterno?», preguntó.

En pleno «corazón de Europa», el Papa también insistió en las «raí­ces cristianas» del continente.

Luego de una misa celebrada ayer en Brno ante más de 120 mil personas, en Moravia, la región más religiosa del paí­s, Benedicto XVI conmemoró el lunes, en la última jornada de su visita, la fiesta de San Venceslao, el patrón del paí­s. La fecha de su visita habí­a sido elegida especialmente para que coincidiera con el dí­a del martirio del rey católico, asesinado en 935 por su hermano pagano Boleslav.

Unas 50.000 personas se habí­an congregado al aire libre en esta pequeña ciudad cerca de Praga, según el arzobispado. Entre ellas habí­a unos 10.000 jóvenes que durmieron en carpas, de acuerdo con la policí­a.

Al dirigirse a ellos, el Papa les advirtió contra «los espejismos de los paraí­sos artificiales», que sólo conducen a «una triste soledad».