En Guatemala todo lo relativo a la vida nacional se ha complicado. Estamos afrontando una serie de problemas que nos tienen entre la espada y la pared.
Parecen no tener solución esos problemas, pero el Gobierno dedica esfuerzos dentro de sus posibilidades para siquiera atenuar situaciones que agobian al pueblo, sobre todo a la gente sumergida en la pobreza.
Entre lo que más está generando malestar social y casi descontento general, es lo relativo a lo que acontece en los servicios de salud que dejan mucho que desear.
Los hospitales nacionales parecen, a ratos, que están a punto de colapsar por falta de medicinas, de equipo médico-quirúrgico, de suficientes «matasanos», de espacio para el encamamiento de pacientes, de personal de enfermería, de presupuesto, etcétera.
Hace unos días fueron denunciados los sobreprecios millonarios, archimillonarios, detectados en la adjudicación de los medicamentos.
Nada menos, el sobreprecio comprobado en los respectivos contratos abiertos fue de 240 millones de quetzales. ¡Nada menos!, recalcamos.
El escándalo que ha provocado la información aparecida en este y otros medios de comunicación del campo independiente, con base en resultados de investigaciones oficiales, es mayúsculo y debe valer para que en todo momento se mantengan ojo avizor los funcionarios públicos que tienen la obligación de velar por que haya realmente transparencia respecto del manejo de los dineros de un pueblo que todo lo aguanta sin ponerse los guantes…
Claramente se ha revelado que el sobreprecio de las medicinas es del ciento por ciento. ¡Qué barbaridad de barbaridades! Pero los autores de las garfadas leoninas, ebrios de ambición al enriquecimiento fácil y por demás deshonesto, que meten uñas en connivencia y en beneficio personal con gente que en mala hora ha sido nombrada para ocupar importantes posiciones burocráticas, siempre o casi siempre se salen con las suyas y con las de Lucifer? ¡Qué leyes ni qué nada! ¡La re?putación es igual que la vida, porque la vida no vale nada en este anarquizado jirón del Istmo!
En otras latitudes, los «honorabilísimos» sinvergí¼enzas no se quedan fuera de rejas. En países del Medio Oriente, en la China comunista, en la China libre (Taiwan), entre otros de diversos continentes, por ejemplo, pagan cuentas cabales en los tribunales de justicia. Muchos han sido condenados a la horca o al paredón sin mayores ceremonias ni gí¼izachadas como aquí. En este país de la eterna? primavera, las hazañas de los delincuentes quedan como si nada anómalo ha ocurrido. ¿Verdad, chapinísimo y mil veces defraudado Juan Pueblo?
A raíz de haber sido descubierto el «affaire» archimillonario en cuestión, el Presidente de la República hizo bien en poner de patitas en la calle al ministro de Salud Pública y Asistencia Social, Celso Cerezo Mulet, quien, cuando gobernaba su primo Marco Vinicio Cerezo Arévalo, ocupó la gerencia del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, donde ha de haber logrado «buen fogueo» en cuanto a la contratación con entes proveedores de medicamentos, como no ignoran los afiliados a la mencionada institución protectora de la clase trabajadora, que también recurren a los medios de comunicación para hablar en voz alta?
Cerezo Mulet tenía ganas de cabalgar en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social desde allá por las postrimerías de la década de los 80, y decimos eso porque cuando insistentemente nos invitó a hacernos cargo de la jefatura de Relaciones Públicas del IGSS, pretendía que le hiciéramos la «barba»; es decir, buena imagen en la prensa para colmar sus aspiraciones? Empero, nosotros no nos prestamos a servirle de escalera, sino a actuar únicamente, con decencia y eficiencia, como relacionistas.
Muchos compatriotas sufren y mueren en los hospitales nacionales a causa de que el Estado no está en condiciones de prestar buenos servicios, al menos en muchos casos, por la carencia de lo que se necesita. Y es poca la gente que puede acudir a los centros de salud privados que explotan las situaciones de infortunio de los humanos a más no poder.
¡Lamentable, muy lamentable, lo que está pasando con relación a nuestros compatriotas de modesta condición social y económica, ¡gracias a las millonadas que aprovechan impunemente los ladinos muy ladinos corruptos del cuento!
Y ¡que siga la parranda larga porque está muy alegre, ¿no?