El ejército de Estados Unidos sigue sufriendo pérdidas en Afganistán, con la muerte ayer de cinco de sus soldados en el sur del país, feudo de los talibanes, mientras Washington evalúa un pedido de aumentar sus efectivos militares.
«Dos soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) fueron muertos y otros tres fallecieron de sus heridas en tres incidentes separados en el sur de Afganistán el 24 de septiembre», indicó la fuerza en un comunicado.
«Dos soldados murieron y otro sucumbió a sus heridas en la explosión de una mina casera. Un soldado falleció después de ser herido de bala durante un ataque de insurgentes y un soldado murió como consecuencias de las heridas recibidas en un ataque de los insurgentes durante una patrulla», agregó la ISAF.
Una portavoz del ejército estadounidense confirmó que todos los soldados muertos eran estadounidenses.
La OTAN no precisó en qué lugar del sur del país tuvieron lugar los incidentes, en una región tradicionalmente hostil a las fuerzas internacionales, y si los insurgentes habían sufrido pérdidas.
Al cabo de ocho años de presencia, las fuerzas internacionales tienen cada vez más dificultades para contener la insurrección de los talibanes, mientras las opiniones públicas occidentales se inquietan por la participación de sus soldados.
Desde hace varios meses, las pérdidas de los occidentales alcanzan récords.
Este año han muerto en Afganistán 368 militares extranjeros, 216 de los cuales son estadounidenses. El año pasado murieron 294.
Desde hace dos años, los talibanes, expulsados del poder a fines de 2001 por las fuerzas internacionales dirigidas por Estados Unidos, intensificaron considerablemente y extendieron geográficamente su insurrección, a pesar de la presencia de 100.000 soldados extranjeros, más de dos tercios de ellos estadounidenses.
La comandancia de la OTAN trata de adaptar su estrategia de contrainsurrección a la amenaza de las minas caseras activadas a distancia y que provocan la mayoría de las pérdidas militares sobre todo en las peligrosas provincias de Helmand y de Kandahar, en el sur afgano.
El jueves en la noche en Helmand, los talibanes atacaron puestos policiales en el distrito de Musa Qala, matando a un policía e hiriendo a otros siete, según el responsable del distrito Abdul Salam.
Los combates continúan y «quince talibanes ya fueron muertos», según Salam que precisó que ni el ejército afgano ni las fuerzas internacionales habían intervenido por el momento.
El viernes en la mañana, en la provincia vecina de Kandahar, la policía atacó a un grupo de talibanes cuando colocaban minas artesanales en la ruta y dos de ellos fueron muertos, según la policía local.
Estas nuevas pérdidas del ejército estadounidense se producen cuando el comandante de las fuerzas internacionales en Afganistán, el general Stanley McChrystal, presentará a la administración estadounidense una demanda de aumento de los medios militares.
Washington no tomará ninguna decisión antes de haber examinado las opciones estratégicas, indicó el Pentágono el miércoles.
Según informaciones de prensa, el general McChrystal debería pedir entre 10.000 y 30.000 soldados suplementarios.
En una evaluación estratégica del conflicto afgano entregada el 30 de agosto a Robert Gates y revelada por el diario Washington Post, el general McChrystal advierte que sin aumentar los medios militar en Afganistán, la coalición podría sufrir «un fracaso».