¿Conoce o ha oído hablar de Susan Boyle?, posiblemente no. Bien, es una mujer de 47 años, regordeta, nada agraciada, desempleada, que afirmó que nunca fue besada y que a veces la consideraban una retardada mental y que se dedicaba a cuidar de su madre en una pequeña aldea de Escocia.
Esta linda señora se presentóÂ al concurso de talentos más popular de Gran Bretaña para cantar como desde los 12 años había sido su anhelo. Al presentarse ante el público, que abarrotaba el lugar, con un sencillo y «feo» vestido, lo que provocó que los miembros del jurado y el público se rieran, se burlaran de ella abiertamente por su «fea» apariencia y Susan, sin perder la compostura, incluso presentando una agilidad mental y una gracia enorme, ante las preguntas irónicas del jurado, empezó a cantar «Yo tuve un sueño» de la obra musical Los Miserables. Allí conocieron a Susan Boyle. El teatro se vino abajo, los miles de asistentes aplaudieron de pie, lloraron -como lo hice yo cuando la escuché gracias a Internet-, al concluir los miembros del jurado no solo la elogiaron sino le pidieron disculpas por haberse burlado de ella. Youtube, el buscador más famoso de Internet, inmediatamente la puso en línea y en pocas semanas más de CIEN MILLONES DE PERSONAS conocieron de verdad a Susan Boyle.
Gracias a mi hija Aída por haberme hecho llorar de emoción y alegría junto a Susan Boyle. Pero lo importante es la lección que ella nos está dejando y quisiera expresar algunas frases de una persona anónima que envió por internet un excelente mensaje con fotos y la primera canción de Susan.
«Somos capaces de juzgar a nuestros semejantes por la apariencia -dice-, sin conocer lo que nos pueda ofrecer».
«Fuimos capaces de reír y menospreciar tamaño talento por nuestros patrones de belleza. Nuestra propia miseria humana nos conduce a ello. ¿Será que aprendimos la lección? ¿Cuántas Susan existen por ahí? ¿Cuántas personas que consideramos ridículas esconden riquezas invisibles? Pero no importa, lo que teníamos que aprender es lo que ya aprendimos».
Después de la presentación de Susan, el prestigioso diario inglés The Guardian dijo: «Â¿Susan Boyle es fea? ¿O somos nosotros los feos?».
Aquí, en Guatemala somos los primeros para la burla, para el prejuzgamiento, para la descalificación anticipada y para convertir en parias a los que juzgamos indeseables por sus defectos de cualquier naturaleza. Es, como se dice, parte de la miseria humana, nuestra propia miseria que nos convierte en censores y catones de las personas por algún motivo que no nos parece.
Somos, se ha dicho antes, parcos en el elogio, pero duros y pródigos en la crítica, sin que me refiera por ello a que no deba criticarse actos y funcionarios públicos, hablo más bien de ese síndrome de descalificación que poseemos y por el contrario somos rarísimos en ofrecer un elogio, un agradecimiento o un leve aplauso o al menos dejar el que «este me cae mal» para tratar de amargarle la vida.
Al recordar a Susan Boyle, quiero compartir con ustedes el placer de verla, de escucharla y apreciarla. Entre a Youtube y en el buscador simplemente ponga Susan Boyle y quizás su corazón y su espíritu cambien un poco y encuentre un nuevo sentido a su vida.