Se ha anticipado ya que la elección de magistrados a las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia será por planilla en el seno del Congreso, lo que es interpretado como una muestra de la forma en que se negocian las cuotas de poder. La verdad es que así es como funciona la política y desafortunadamente la decisión final sobre la conformación del poder judicial está en manos de los representantes que, en vez de actuar en nombre del pueblo, lo hacen en nombre de sus respectivas formaciones políticas.
Ese realismo al interpretar nuestra situación no significa que no repudiemos las componendas que puedan darse en contra de la aspiración ciudadana de buscar la integración de un sistema judicial más eficiente y honesto. En todo caso sería conveniente que las distintas bancadas razonaran su decisión de promover a algunos de los candidatos y que razonaran públicamente sus posturas de manera que todos sepamos por qué aparece algún nombre en las planillas que serán discutidas y quiénes son los que los promueven. Porque si se integran planillas es obvio que los propuestos tendrán sus promotores y de esa cuenta vale la pena también que los ciudadanos podamos saber qué fuerza política está detrás de cada uno de los aspirantes, lo que, además, nos daría la oportunidad de reprocharles cualquier comportamiento negativo de quienes fueron sus candidatos.
Pretender que en el Congreso se pueda producir una selección impoluta es absurdo porque tenemos que confrontar la existencia de una realidad que no podemos ocultar. Se trata de un cuerpo colegiado en donde privan los intereses sectarios más que los intereses nacionales, y no hay razón para pensar que ahora vayan a actuar de manera distinta.
De suerte que corresponde a la ciudadanía vigilar con intensidad el proceso de conformación de las planillas y, ciertamente, objetar aquellas que tengan como fundamento esa componenda bajo la mesa que es contraria al interés nacional. Identificar plenamente a los que están tras candidaturas que se puedan considerar poco idóneas y también a los que impulsan y promueven a los mejores de cada lista.
Como bien se dice, no podemos esperar peras del olmo y eso sería querer que del Congreso salga una decisión impoluta, sin contaminaciones políticas ni producto de componendas. Por supuesto que de los diputados tendrá que salir lo que pueden dar, pero parte de la democracia es que sepamos evaluar su comportamiento y juzgarlos por lo que hacen y cómo lo hacen, puesto que ello es fundamental para cimentar la democracia en el país que adolece aún de una pobre participación ciudadana.