Eduardo Blandón
Tenía tiempo de no leer nada sobre la guerra en Centroamérica. Curado de tanto conflicto armado, primero la que me tocó vivir en Nicaragua (en Rivas, donde combatía Edén Pastora y compañía) y luego, para mi mala pata, la que viví en San Salvador (por azares del destino en el Colegio Ricaldone para la famosa «ofensiva final»), el tema no me hace nada de gracia. Sin embargo, por curiosidad y en virtud de las fiestas patrias, me entretuve con el libro que ahora le comento.
En primer lugar el prejuicio: ¿Qué puede venir a contarnos un holandés sobre la guerra de Centroamérica? Después, el reconocimiento: francamente el señor Kruijt hizo un buen trabajo. Hay que darle los créditos al autor, la obra raya con la excelencia. Los méritos sobran: 1. Conoció de cerca los procesos de revolucionarios de los países de los que habla (Nicaragua, El Salvador y Guatemala); 2) Tuvo acceso a información de primera mano. Entrevistó a comandantes guerrilleros, generales, políticos, empresarios, gentes de la sociedad civil y a cuantos creyó podían iluminarlo en la interpretación de la historia; 3) Trata de ser justo en sus apreciaciones.
Es evidente que Kruijt escribe sobre los países centroamericanos en guerra como un experto en la materia. Sin embargo, (y esta es pura impresión mía) se respira un sentimiento especial cuando se refiere a Nicaragua -a quien pareciera dedicarle más páginas- y a Guatemala, país donde publica el libro y cuenta, según se advierte, con muy buen número de amigos.
Este dato fue importante para mi lectura pues, al ser nicaragí¼ense y vivir en Guatemala, me sentí muy en mi salsa leyendo al holandés. Se siente la diferencia cuando aborda el caso salvadoreño: es muy parco y sus entrevistas tienen el tono de la formalidad y la profesionalidad del clásico entrevistador que se enfrenta con un funcionario.
Con relación al valor del texto mismo, puedo decir que es de esos que se leen de un solo tirón. Nada de léxico rebuscado ni argumentos dialécticos que pierden al lector, pero tampoco afirmaciones gratuitas sin un respaldo en el testimonio o en fuentes bibliográficas. Kruijt divide su libro en apenas seis partes y trata de llevar un hilo conductor lógico: 1. Los años de la dictadura y opresión 2. Génesis de los conflictos armados; 3. La guerra en su apogeo; 4. La utopía que declina; 5. Las negociaciones de paz; y 6. El legado de los conflictos armados.
Sobre el libro, Edelberto Torres-Rivas escribe:
«Hay tres temas que me parece son innovadores y útiles y que vienen a completar lo que otras investigaciones han aportado. En primer lugar, hay una interesante información sobre la génesis de los movimientos subversores del orden político: los jóvenes que se alzaron, su formación doctrinaria, sus orígenes sociales. Otro tema es el de la ayuda financiera y militar que las organizaciones guerrilleras recibieron en momentos clave. Hay un intento documentado de trazar cuáles fueron las estrategias que orientaron las voluntades de lucha, los movimientos tácticos que en un caso condujeron a la victoria y en otros, a la derrota. Este último tema constituye una contribución sustantiva al conocimiento de los movimientos revolucionarios en la región».
Digamos algo sobre lo primero que estima valioso nuestro sociólogo Torres-Rivas de la obra de Kruijt: los orígenes de los movimientos guerrilleros. En el caso de Guatemala, se afirma que los primeros involucrados en la guerra de guerrillas fueron Yon Sosa y Turcios Lima. «Iniciaron movimientos guerrilleros en la parte Este de Guatemala (la región ladina)». Estos hombres, junto con Paz Tejada, enrolaron en sus filas a cerca de 500 efectivos. Desafortunadamente, dice el investigador, la campaña contrainsurgente derrotó los frentes guerrilleros en dos años y como saldo arrojó 300 bajas guerrilleras y 3,000 bajas campesinas.
«Los líderes guerrilleros de los años sesenta fueron muertos o se escaparon a México. De los cuadros restantes, algunos oficiales fueron a Cuba para recibir entrenamiento. Estos sobrevivientes a quienes se les juntaron jóvenes cuadros revolucionarios, formaron los núcleos de las tres fuerzas guerrilleras que tomaron el relevo: los institucionales FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), el EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) y la ORPA (Organización del Pueblo en Armas). En 1982 estos grupos se unieron para formar la URNG y tuvieron su auge entre 1978 y 1983».
En Nicaragua los movimientos guerrilleros se remontan a Augusto César Sandino, el héroe nacional nicaragí¼ense e ícono del movimiento sandinista. Esto sucedió en los años treinta. Más adelante, entre finales de los años cincuenta y finales de los setenta, casi todos los reclutas guerrilleros provinieron de los movimientos estudiantiles, disidentes de los partidos políticos tradicionales y de las comunidades de base cristianas inclinadas al socialismo. Kruijt insiste en que quienes tomaron las armas para combatir al somocismo en Nicaragua eran cristianos comprometidos, a quienes el Evangelio los movió a un compromiso más sólido.
«Contrario a la experiencia guatemalteca, donde los diferentes grupos guerrilleros no se unificaron hasta 1982, Carlos Fonseca, un líder carismático, logró unificar a los diferentes grupos relativamente temprano. Fonseca fue el eslabón vital entre la vieja guardia de Sandino y la nueva generación de revolucionarios sandinistas».
En El Salvador las cosas no fueron diferentes. Salvador Cayetano Carpio (Marcial) fundó en 1972 las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL). En los años siguientes, emergieron tres organizaciones político-militares con un marco organizativo casi idéntico. Sin embargo, las diferencias políticas y las disputas personales dividieron a las cuatro organizaciones. El investigador dice que las cosas cambiaron radicalmente cuando en 1979 un pequeño destacamento del Partido Comunista (cuyo secretario general era Schafik Handal) se unió a la liga de los primeros guerrilleros. «Después de la formación de varias federaciones de tres o cuatro miembros, se estableció el FMLN unificado en octubre de 1980 con su propia Comandancia General».
La obra de Kirk Kruijt es abundante en afirmaciones que dejan en qué pensar no por novedosas o nunca antes escuchadas o leídas, sino por ser él, un investigador (sociólogo) el que las haya puesto por escrito. Una de ellas es el repetir constantemente la idea de que en El Salvador la guerrilla «empató la guerra» con el Ejército, mientras que en Guatemala -la guerrilla- «la perdió». Otra consiste en el reconocimiento tácito de que tanto el Ejército como la guerrilla cometieron abusos contra la población civil. Finalmente, entre tantas otras, la aparente convicción de que en Guatemala continúan las mismas condiciones de pobreza e injusticia que dieron origen al enfrentamiento armado interno.
El libro vale la pena leerlo, se lo recomiendo. Puede adquirirlo en cualquiera librería del país bajo el sello editorial de F&G.
AUTOR: Dirk Krujit
TíTULO: «Guerrilla: Guerra y paz en Centroamérica»
TRADUCCIí“N: Eric Flakoll (Daniel Alegría) y Raquel Bruno
PAíS: Guatemala
EDITORIAL: F&G Editores
Aí‘O: 2009
PíGINAS: 329
ISBN: 978-99939-951-6-6
Dirk Kruijt nació en Holanda. Es catedrático emérito y profesor honorario de estudios de desarrollo en la Universidad de Utrecht, Holanda. Ha trabajado en la mayoría de los países latinoamericanos y en el Caribe. Ha sido profesor visitante en Berlín, Londres y Madrid y en muchas instituciones en América Latina.
En Centroamérica trabajó durante años en las Flacso de Costa Rica, El Salvador y Guatemala y en el IHNCA de Nicaragua. Publicó sobre temas como pobreza, informalización y exclusión social, conflictos étnicos, relaciones cívico-militares y conflictos armados y sus consecuencias para los países Centroamericanos y Andinos.
En los últimos diez años publicó con cierta frecuencia sobre el legado de los conflictos internos armados en la región, sobre nuevos actores armados y sobre violencia urbana.
Está actualmente realizando un estudio comparativo entre cuatro megaciudades (Río de Janeiro, Ciudad de México, Lima Metropolitana y Bogotá) sobre el cambio de la estructura de clases y las consecuencias de la pobreza, la informalidad y la violencia urbana.