Raúl Hernández Chacón
La encíclica «Caritas In Veritate» es una hermosa reflexión, profunda y a la vez muy realista de la vida y de la sociedad humana hoy en el mundo. Publicada el 29 de junio de 2009, trata sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad. Está constituida en seis capítulos, una introducción y una conclusión. Benedicto XVI -en esta Encíclica, que es un mensaje cristiano para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de igual manera que las otras dos Encíclicas escritas por El Santo Padre en sus cinco años de pontificado-, son verdaderas enseñanzas que orientan el camino de la persona, desde su dignidad propia, desde su naturaleza humana.
Por ejemplo, en su primera encíclica, «Deus Caritas Est» («Dios es amor»), sobre el amor cristiano, el Papa presenta un conjunto de reflexiones, que como dice textualmente, «quisiera precisar algunos puntos esenciales sobre el amor que Dios, de manera misteriosa y gratuita, ofrece al hombre y, a la vez, la relación intrínseca de dicho amor con la realidad del amor humano.»
En esta tercera encíclica el Papa apunta que «sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente.» No cabe duda que El Papa está muy consciente del drama humano del mundo de hoy. Frente a la injusticia generalizada, la falta de compromiso personal y social y el abandono de la práctica de los valores universales como la Vida, la verdad, la justicia y la solidaridad, este mensaje de esperanza y de amor, llama al corazón y a la cabeza del hombre y de la mujer de hoy, en el primer decenio del siglo XXI, a volver a los principios que significaron la orientación del mundo y de la vida, en el que, a pesar de los adelantos científicos y tecnológicos extraordinarios, con la era del conocimiento, la comunicación y la globalización, la humanidad está cada vez más hundida en un túnel de desesperanza y deshumanización.
La Encíclica «Caritas In Veritate» presenta en el primer capítulo una seria y profunda reflexión sobre la Encíclica «Populorum Progressio» del gran Papa Pablo VI; luego dedica el segundo al desarrollo humano en nuestro tiempo; el tercero reflexiona sobre la fraternidad, el desarrollo económico y la sociedad civil; el cuarto sobre el desarrollo de los pueblos, sus derechos y deberes y sobre el ambiente; el quinto lo ocupa la colaboración de la familia humana, y el sexto trata del desarrollo de los pueblos y la técnica. Temas de palpitante actualidad, en los que el hilo conductor es la dignidad de la persona humana, que en una frase suya lo resume todo: «Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad en la «economía», de la caridad, pero a su vez, se ha entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad.» Esta frase introductoria constituye un núcleo capital del extraordinario documento que se comenta, por la proyección esencialmente humana que debe caracterizar la sociedad humana, pero que dista mucho de su realidad concreta.
Por espacio, sólo se presentan algunas ideas de la instrucción de esta gran Encíclica que está llamada a ser luz y orientación, en este momento crucial del mundo de hoy.
El documento señala, entre otras, estas ideas clave que pueden iluminar la actuación personal y social de los hombres y mujeres de hoy: «el amor «caritas» es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz.» Hoy la exigencia es imperativa, para proponer otras formas de solución a la problemática de la injusticia generalizada. Una de esas exigencias puede ser el diálogo, pero un diálogo franco, abierto, dispuesto a la escucha del otro y con disponibilidad de ceder desde la posición propia. Ello implica: «por lo tanto, defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad.» Y más aún expresa el Papa: «todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica: amor y verdad nunca los abandonan completamente.»
Esta convicción expresada parecería demasiado idealista en el mundo actual, donde se mide la actuación humana por productos, donde sólo se reconoce lo material, lo que es útil, lo que sirve para algo, porque la lógica actual es eso: si sirve es bueno, si no sirve, es malo. Un pensamiento utilitarista, pragmático impera hoy. Por eso, esta idea de profundo razonamiento humano y cristiano no tiene lógica, no es compresible. No es posible entender que todos podemos experimentar ese impulso de amar, en un mundo materialista y cada vez más deshumanizante.
Por eso, esta idea cobra capital importancia, es contradictoria, pero llama a la reflexión, a pensar de otra manera. Es posibilidad. Invita al cambio, llama a la condición humana, a la esperanza. De allí que con fuerza y sincera actitud el Papa dice: «es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza. » Al colocarse desde esa perspectiva puede comprenderse mejor que «sin la verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente.» Y más aún «la verdad abre y une el intelecto de los seres humanos en el logos de amor.
í‰ste es el anuncio y el testimonio cristiano de la caridad.» Aquí sin duda alguna, está explicito el compromiso personal y comunitario. Aquí se comprende el gran reto y el gran desafío para todo hombre y toda mujer desde su espacio de acción. Aquí se comprende mejor que la exigencia de amor es su práctica concreta en todos los momentos de la vida personal y comunitaria.
Por ello el Papa subraya que: «los hombres, destinatarios del amor de Dios, se convierten en sujetos de caridad, llamados a hacerse ellos mismos instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad.» En el número 6 de la introducción el Papa habla de dos principios orientadores: la justicia y el bien común. Una lectura serena y profunda y una relación con la Constitución política guatemalteca, específicamente en la parte dogmática, puede fácilmente iluminar el gran compromiso de todos y todas para mejorar las condiciones actuales de crisis humana que vivimos los guatemaltecos hoy.
En esta tarea insustituible, juegan un papel imprescindible los padres de familia, los educadores, las iglesias, los gobiernos, los medios de comunicación y toda la sociedad en general, en ese orden de importancia.
Joseph Alois Ratzinger, quien adoptó como nombre Benedicto XVI (en latín, Benedictus PP. XVI) al ser nombrado Papa de la Iglesia Católica, nació en Baviera, Alemania, el 16 de abril de 1927.
Es el actual Papa de la Iglesia Católica. Tras el fallecimiento de Juan Pablo II, fue elegido como el 265º Papa el 19 de abril de 2005 por los cardenales que votaron en el Cónclave.
En 2008 algunas personas le atribuyeron el apodo de «papa ecológico» debido a su gran preocupación por el tema medioambiental. Se ha expresado en contra del uso del preservativo en ífrica, uno de los temas más polémicos a los que se enfrenta la Iglesia. También está considerado como el mayor teólogo que actualmente tiene la Iglesia Católica.
Lea la Encíclica completa en español
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html