¿Humanización o militarización de la educación?


«Â¿Por qué propongo un modelo cí­vico militar de educación?», preguntó el jueves pasado el alcalde capitalino, ílvaro Arzú, al Congreso de la República. Fácil: la militarización de la educación corresponde a la organización de las sociedades que buscan mantener los privilegios de las clases dominantes.

Violeta Cetino
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Y en ese tipo de educación, propuesto por el Alcalde, no se permite la participación ni la verdadera democracia, ni el diálogo liberador que promueve la humanización de las relaciones entre las personas.  Es un tipo de educación tradicional que no reconoce la dignidad de los hombres, sino que más bien los codifica, como meros repetidores del sistema imperante.

 

Ya Paulo Freire, pedagogo brasileño, explicó sobre la importancia de la educación en las sociedades en transición, que pasa de una situación de sociedad cerrada, como lo fue Guatemala a partir de la contrarrevolución de 1954,  que poseí­a una conciencia intransitiva, donde no existí­a el diálogo a causa de la censura y la represión. Freire, propone enseñar al ser humano a reconocer su propia dignidad y la posición que cada uno está llamado a ocupar en la construcción de la liberación y recreación de la realidad.

 

Además, los Acuerdos de Paz, firmados también por el Alcalde, tratan el tema de la educación, colocándola como elemento fundamental para el desarrollo económico, cultural, social y polí­tico de Guatemala; como una estrategia de equidad y unidad nacional, para lo que propone una reforma del sistema educativo que afirme y difunda valores morales y culturales, para el logro de una sociedad respetuosa de los derechos humanos y de la diversidad cultural, lo que constituye una cultura de la paz.

 

Sobre la educación cí­vica, los Acuerdos de Paz, plantean la elaboración y ejecución de un programa para la democracia y la paz, que promueva la defensa de los derechos humanos, la renovación de la cultura polí­tica y la solución pací­fica de los conflicto. Por favor, ¿la educación cí­vico militar en pleno siglo XXI? Afortunadamente, eso es cuestión del pasado.

 

Una educación de calidad, se consigue con personal docente altamente calificado y muy bien presupuestado. Se consigue con métodos que respondan verdaderamente a las necesidades educativas de nuestra niñez y juventud; y con recursos e infraestructura digna.

 

Pero la educación liberadora, esa que toma en cuenta al ser humano verdadero y real, que parte de él y busca llevarlo a su plena humanización, no puede desarrollarse en las condiciones educativas actuales: con docentes, objetos reproductores,  mal preparados y muy mal presupuestados. Con aulas-champas, pero a falta de láminas, bajo los árboles y sobre blocs que simulan ser pupitres y con una metodologí­a de la educación bancaria: en la que el sujeto de la educación es el educador, quien conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Así­, la niñez y la juventud pasan a ser los recipientes en los que se deposita el saber.

 

¿Y qué hay de los educandos? Se estima que aproximadamente 600 mil niños y niñas entre 7 y 14 años de edad, no asisten a la escuela primaria, y cada año alrededor de 200 mil abandonan la escuela. La militarización en la educación no resuelve estos problemas, no es la solución para una sociedad respetuosa del «otro».

 

Por cierto, lindas mantas las que colgaron en el frente del Palacio Nacional de la Cultura. Usted lo ha dicho Señor Presidente, un pueblo educado es un pueblo libre! Pero para un pueblo educado, y por ende libre, hace falta incrementar el presupuesto para educación. No lo dude.