Una semana después del atentado de ETA en el aeropuerto de Madrid, el cadáver de la segunda víctima ecuatoriana de la explosión fue recuperado bajo los escombros del estacionamiento hoy, mientras la organización armada separatista vasca guardaba silencio sobre su gesto y sus intenciones.
El cuerpo sin vida de Diego Armando Estacio, el segundo ecuatoriano desaparecido tras el atentado cometido el 30 de diciembre por la organización separatista armada vasca ETA en un estacionamiento del aeropuerto de Madrid, fue recobrado hoy por los equipos de rescate, tras más de 30 horas de cuidadoso movimiento de los escombros.
El cadáver de Estacio, de 19 años, fue extraído hacia las 09:40 locales después de que se apuntalara el sector en el que se encontraba el vehículo donde pereció mientras dormía, en el estacionamiento de la terminal T4 del aeropuerto de Barajas, donde se produjo la explosión.
El cuerpo, envuelto en una manta, fue transportado por los bomberos al hospital de campaña instalado cerca del lugar de los hechos, para después ser trasladado al instituto médico forense madrileño para practicarle una autopsia.
El levantamiento de su cadáver fue autorizado por un juez de instrucción sobre el terreno y la autopsia se realizará durante la jornada en un instituto legal de la capital española, tras lo cual la familia de Estacio, alojada en un hotel cercano a la T4, acompañará los restos en un vuelo especial preparado rumbo a Quito en un avión militar Boeing 707, según dijo un responsable del organismo español encargado de asistir a las víctimas del terrorismo.
Una vez en la morgue, el padre de Estacio, Winston –obrero de la construcción en Madrid– se declaró aliviado por la recuperación del cuerpo de su hijo «pero igual de desesperados», tras una semana de «cansancio, angustia y desesperación».
Durante la noche del jueves al viernes, los servicios de socorro localizaron el cadáver de Estacio en el interior de su auto, estacionado en el estacionamiento de la terminal T4, donde la banda separatista armada vasca hizo estallar una furgoneta cargada con una bomba el pasado sábado.
El cuerpo de la primera víctima, también ecuatoriana, Carlos Alonso Palate, de 34 años, fue hallado el miércoles por la noche, y al día siguiente fue repatriado hacia su país.
Ambos ecuatorianos dormían en el interior de sus vehículos cuando estalló la furgoneta bomba en el estacionamiento, en el primer atentado mortal perpetrado por ETA desde marzo de 2003.
Desde entonces fueron hallados nuevos explosivos en esa región del norte español que, sumados a dos falsas alarmas de bomba en dos aeropuertos, reavivaron el temor a nuevos atentados de ETA.
En medio del nerviosismo general, el viernes se recibieron dos falsas alarmas, una de ellas en «nombre de ETA», en los aeropuertos de Bilbao (País Vasco) y Tenerife, en las islas Canarias (oeste).
La policía autónoma vasca descubrió además nuevas cantidades de explosivos en la localidad vasca de Atxondo, donde anteriormente se había hallado una bomba de unos 90 kilos de amonal prácticamente lista para ser activada.
Mientras proseguía el rastreo de la zona donde un comando etarra abandonó un vehículo marca Rover, la policía vasca descubrió el viernes un total de 80 kilos de explosivos suplementarios.
La naturaleza del explosivo utilizado por ETA en el atentado del aeropuerto madrileño aún no fue oficialmente determinada y la policía científica continúa recogiendo muestras para determinar el tipo y la cantidad del explosivo utilizado, precisó el director de la Guardia Civil y Policía Nacional, Joan Mesquida.
Madrid y su comunidad decretaron duelo oficial este sábado en memoria del joven ecuatoriano y su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón (Partido Popular, derecha) dijo que «los madrilenos se sienten atacados. ETA, una vez más, ha vuelto a matar en nuestra ciudad».
El grupo armado, responsable de la muerte de unas 850 personas en 38 años de lucha armada, aún no explicó su gesto ni comunicó sus intenciones futuras. Contrariamente a lo sucedido con treguas anteriores, en 1989 y 1999, ETA no avisó sobre la suspensión del alto el fuego.
Especialistas se preguntaban sobre esta falta de anuncio y consideraron que podría indicar que ETA no quería romper el proceso de paz sino simplemente lanzar un aviso –que terminó mal– al gobierno español ante la ausencia de avances y gestos para un final negociado del conflicto vasco.