La reactivación de los atentados de ETA, que por primera vez desde 2003 provocó dos muertos y sepultó un proceso de paz iniciado en marzo, obliga al gobierno español a replantearse una estrategia que había impulsado a favor del diálogo, ahora dinamitada por el grupo independentista vasco.
La primera semana de 2007 será recordada por el hallazgo de las dos primeras víctimas mortales de ETA en los últimos tres años y medio, dos ecuatorianos residentes en España sorprendidos por la explosión de una furgoneta bomba mientras dormían en el fatídico aparcamiento de la terminal 4 del aeropuerto de Madrid, que voló por los aires el sábado 30 de diciembre de 2006.
Pero también quedará en la memoria por el ’entierro’ oficial del proceso de paz impulsado por el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero y por la reaparición de hallazgos de explosivos en el País Vasco y avisos de bomba a los que los independentistas vascos tenían acostumbrados a los españoles antes del alto el fuego decretado el 22 de marzo del 2006.
El atentado de ETA en Madrid, al parecer decidido bajo la presión del ala dura del movimiento independentista, apuntaba a llamar la atención del gobierno de Rodríguez Zapatero, que había paralizado el proceso de paz, estimaron varios especialistas consultados por la AFP.
Sin embargo, los expertos insisten en el hecho de que «es ETA la que tiene que explicar» las razones del atentado, sobre todo después de franquear la línea roja marcada desde un principio para el diálogo: nada de muertos.
Lo más seguro es que ETA «no quería matar», considera el periodista vasco víctima en el pasado de la violencia etarra, Gorka Landaburu, director del semanario Cambio 16, refiriéndose a los avisos telefónicos previos a la explosión.
«Su atentado entraría en el marco de su pulso con el gobierno y le estalló en sus manos. Pero estamos lejos de poder afirmar que ETA va a comenzar a matar como en el pasado», añadió.
Según el redactor jefe de la agencia Vasco Press, Florencio Domínguez, «ETA presentará seguramente el atentado como ocasional y no como el inicio de una campaña».
Seguramente dirá que era una «respuesta a las detenciones de miembros de su aparato logístico en Francia», en diciembre de 2006, y acusará al gobierno de «no tener en cuenta los compromisos previos a la tregua» sobre una disminución de la presión judicial y policial contra los independentistas.
La hipótesis de una llamada de atención explicaría que ETA no anunciara previamente por comunicado la ruptura de la tregua, como en las anteriores negociaciones fracasadas, en 1989 y 1999.
Esta hipótesis se reforzó con las reacciones del estado mayor del brazo político de los independentistas vascos, Batasuna, que insiste en que el proceso «no se ha roto».
Iulen de Madariaga, co-fundador en 1959 de ETA, también ve en el atentado «un mensaje que superó los límites», pero sin que signifique una eventual escisión en el seno del grupo.
Según el diario El País, el jefe político de ETA, Josu Ternera, uno de los artífices del proceso de paz, habría visto recortados sus poderes en agosto de 2006 por parte de la dirección de la organización.
«Toda decisión importante fue siempre adoptada colegialmente en la historia de ETA. Creo que el atentado fue también decidido colegialmente», sostuvo Iulen de Madariaga.
«Ternera nunca habría decidido solo el atentado. Pero no hay que olvidar que ETA es un monolito: las decisiones adoptadas por la mayoría son siempre respetadas», recordó por su parte Landaburu.
Iulen de Madariaga, que milita en el partido independentista no violento Aralar, considera que el proceso «saltó por los aires» por culpa del presidente del gobierno, Rodríguez Zapatero.
«No hubo un sólo gesto en nueve meses en favor de los presos. Quiso ganar tiempo para llegar a las elecciones» del 2008, sostiene De Madariaga.
«El gobierno estaba contra las cuerdas y no podía actuar de otra manera», matizó Gorka Landaburu, pero «si ETA manifiesta verdaderamente un día su intención de terminar con la violencia, habrá que retomar las negociaciones. Es el último movimiento terrorista de este tipo en Europa», concluyó.
El rey de España, don Juan Carlos, formuló un llamamiento hoy a la unidad del país para vencer al terrorismo, una semana después del atentado cometido por el grupo armado vasco ETA en el aeropuerto de Madrid que causó la muerte de dos ecuatorianos.
Tras condenar el atentado, el rey lamentó la muerte de dos jóvenes ecuatorianos que vinieron a España «con la ilusión de conseguir un futuro mejor para ellos y sus familias».
Juan Carlos manifestó su «apoyo, afecto, pesar y solidaridad» a los familiares y amigos de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio «en estos difíciles momentos».
En su habitual discurso en la tradicional ceremonia de homenaje a las fuerzas armadas, Juan Carlos instó a la «unidad» para poner fin al terrorismo, expresando asimismo su «plena confianza en la fortaleza de nuestras instituciones democráticas y en todos los instrumentos que nos proporciona el Estado de Derecho».
«Por desgracia, una vez más el afán cruel y despreciable de los terroristas ha causado nuevas víctimas durante la pasada Navidad en un cobarde y vil atentado terrorista», afirmó el monarca en el discurso pronunciado en la «Pascua militar», tradicionalmente celebrada el 6 de enero.