Ausencia o flaqueza de la autoridad pública no es democracia


Francisco Cáceres Barrios

Si bien es cierto que los guatemaltecos siempre hemos sido desordenados o indolentes para cumplir con las normas que nos rigen, también lo es que de un tiempo a esta parte el desorden y la confusión está llegando a niveles verdaderamente caóticos. ¿Qué nos pasa? ¿Será que la ausencia de autoridad ha llegado al punto que los delincuentes han tomado la sartén por el mango y las autoridades constituidas han dado por acomodarse a las circunstancias?

Vea usted estimado lector lo que ha venido sucediendo con los motociclistas, quienes dizque en el afán de contrarrestar la ola de asesinatos de choferes y ayudantes de los autobuses del transporte colectivo, fueron obligados a vestir chalecos y cascos con los números de las placas de los vehí­culos y a prohibirles viajar más de una persona en cada uno de ellas. ¿Pero después de pasado cierto tiempo qué pasó? Nada. Poco a poco han vuelto a las andadas, sin chalecos, sin casco, dos, tres y hasta cuatro personas por moto.

Por Acuerdo Gubernativo del 12 de septiembre de 1968, del entonces presidente licenciado Julio César Méndez Montenegro, se dispuso que el color azul de nuestra bandera expresa justicia y lealtad, corresponde al azul del cielo de Guatemala y en la nomenclatura de uso internacional se designa como ISCC-NBS 177 O VM1.6PB59/9.4 y el color blanco que simboliza pureza e integridad equivale al ISCC-NBS 263 o VM2.5/PB9.5/0.2. Sin embargo, por las calles o establecimientos comerciales encontramos azules de todos los tipos, menos el que la ley dicta claramente. ¿Excusa? Que es muy difí­cil controlar este asunto porque sus fabricantes y expendedores son de la economí­a «informal». ¿No es esto un claro ejemplo de una anarquí­a ejemplar?

Y para cualquier cosa los chapines nos hemos vuelto cada vez más indiferentes ante lo que antes era correcto, respetuoso, disciplinado y ordenado. Eso quedó para los viejos dicen algunos cafres, como si los valores y principios estuvieran impresos en papel de baño. De esa cuenta el conductor que viaja por el carril del extremo derecho cruza su vehí­culo para la izquierda y viceversa; la luz roja significa que el semáforo está en verde; caballero es aquel que no se levanta de su asiento cuando se acerca a saludar una dama o gentileza es tirarle el carro encima a los peatones que transitan por el paso reservado para ellos en los cruceros de calles y avenidas. Claro, visto desde el ángulo de un patán, nada tiene de malo utilizar la estentórea bocina cada vez que se nos antoja, como robarse uno o más puestos en la larga cola del banco, mentarle la parentela al primero que se interponga en nuestro camino, aunque vayamos por el lado incorrecto y todo, porque creemos que vivir en democracia es hacer cada quien lo que se le da la gana.