Rescatar el optimismo, lanzarse a la aventura del éxito, iniciando con uno mismo, venciendo el miedo visualizar en el horizonte el cambio, contagiar al mundo entero.
Las naciones que integran el mundo emergente representan más del 50% de la población mundial, según algunos estimados tres cuartas partes del planeta viviendo en naciones con pobreza que lamentablemente en los últimos años se ha acrecentado. Optimizar los recursos y maximizar el gasto parecen ser las premisas en la época de turbulencia económica. Surge un llamado, esto es quizás lo positivo de la crisis: algunas naciones se han visto en la necesidad de reajustar su modelo de producción y consumo, un mirar hacia adentro e inventariar, sacar cuentas, ¿con qué contamos? ¿Qué producimos? ¿Cómo producimos?
Y es que el debate desde los países emergentes, amén de las consideraciones que en su momento alimentaron la Guerra Fría (contraposición ideológica), pasa en estos momentos a un plano en los que muchos analistas coinciden, la clave para emerger de la crisis es entrar de lleno en la búsqueda de soluciones concretas para los problemas que atañen a cada uno de los miembros que engrosan el pelotón de naciones en condiciones de precariedad.
El subdesarrollo no es una condición que dependa solamente de variables económicas o numéricas, el subdesarrollo integral es una condición estructural conformada por una serie de factores o variables que entremezcladas producen un cultivo de pobreza: posición geopolítica, en algunos casos, condiciones históricas en otros, recursos, que incluyen el capital natural y humano, actitudes de pesimismo generalizado permanente y constante, de las cuales han surgido tesis que sociólogos y antropólogos intentan determinar su origen (concepciones propias-naturales) y fomento (concepciones creadas-ficticias, el rol de la comunicación): incapacidad para aceptar que el cambio es posible, con frases celebres como: «aquí siempre pasa lo peor» o «vamos para atrás en lugar de ir para adelante», entre otras muchas.
Probado está que una de las claves para alcanzar el éxito es el manejo apropiado de los factores (internos y externos) que inciden en la crisis así como una capacidad estratégica para prever el entorno. La capacidad de construir escenarios, la capacidad de negociación y la capacidad para encontrar soluciones que se traducen en acuerdos es otro de los componentes.
Durante los más de cinco años que tuve la oportunidad de analizar en la radio el sistema internacional en compañía de académicos, diplomáticos y amigos desde trabajos monográficos, coyunturales, estructurales e investigativos, una de las realidades que más me impactó sin duda fue el rápido desenvolvimiento de la India. El «Tigre de Bengala» ha dado importantes saltos en lo que a investigación científica se refiere, el Ph. hindú con laptop al hombro es cada vez más frecuente en cada zona del planeta, Nehru consideró hace más de 40 años que la inversión que necesitaba la India era la educación. Analicemos la tecnología y la industria de la India y nos daremos cuenta si Nehru acertó. Los retos que le esperan a la India son enormes, las desigualdades son profundas, nuevamente le pido que al realizar un estudio de esta enigmática nación no deje de lado el tema de la sociedad de «castas» y lo intrínseco de su compleja relación sociedad-religión que viene acompañada de su entorno geopolítico.
Estoy seguro que en los próximos tiempos veremos al mundo emergente hacer hincapié en la necesidad de que su voz se escuche con más firmeza, que la agenda mundial no sea impuesta sino consensuada, que la influencia de las naciones emergentes en los foros internacionales sea más escuchada y que los mecanismos de convocatoria que aglutinan a más de 118 naciones en condiciones de precariedad se refuercen con la intención de incidir más en la política mundial.