Cerca del veredicto, se recalienta


Pablo Fajardo, abogado denunciante y defensor de los pueblos indí­genas. FOTO LA HORA: AFP RODRIGO BUENDíA

Las partes involucradas en el juicio contra Chevron por contaminación de la Amazonia ecuatoriana empezaron a afilar sus armas esta semana, al acercarse el momento de un veredicto que puede ser de condena a la empresa y con la fijación de una indemnización histórica.


El martes, el gigante estadounidense, enjuiciado por los daños causados por Texaco (adquirida en 2001 por Chevron) entre 1964 y 1990, divulgó en su sitio de internet cuatro videos en los que se sugiere un acuerdo entre el juez encargado del caso y miembros del partido Alianza Paí­s, del presidente socialista Rafael Correa.

Según Chevron, estas grabaciones probarí­an que el juez Juan Núñez, situado en Sucumbí­os, en el noreste del paí­s, ha aceptado sobornos para condenar a la empresa, que se niega por adelantado a pagar cualquier indemnización alegando que el proceso está viciado por corrupción.

La apuesta es fuerte, ya que los especialistas designados para el caso estimaron en 2008 que Chevron podrí­a ser condenada a pagar 27 mil millones de dólares por los perjuicios causados, mucho más que la multa inicialmente exigida a la ExxonMobil por la marea negra de Alaska en 1989, que se acercaba a los 5 mil millones de dólares, luego reducida a la décima parte.

Por otra parte, el caso se inscribe en un contexto de relaciones tensas entre el presidente Correa y las compañí­as petroleras extranjeras, cuyos contratos de explotación han sido cuestionados.

En 2007, poco después de asumir el cargo, Rafael Correa, no vaciló en calificar la actuación de Texaco en su paí­s como un «crimen contra la humanidad», por estimar que «poblaciones enteras de la Amazonia» habí­an desaparecido por causa de la contaminación.

La divulgación del video ocurre pocas semanas antes del veredicto, que el juez Juan Núñez se habí­a comprometido a tener listo a comienzos de octubre.

El miércoles, el gobierno ecuatoriano se defendió de cualquier intervención en el proceso, asegurando que las acusaciones contra Chevron tení­an el único objetivo de «hacer presión sobre el juez».

Las comunidades indí­genas que estaban en el origen del proceso -que tuvo muchas alternativas a lo largo de casi veinte años, incluyendo amenazas y hostigamiento a los demandantes- anunciaron que no mostrarí­an debilidad.

Aseguraron que una vez conocido el veredicto, irí­an a la justicia estadounidense a pedir el embargo de los bienes de Chevron en Estados Unidos, incluso aunque el juicio todaví­a está sujeto a apelaciones.

Ayer, el juez Núñez pidió que el caso fuera entregado a otro magistrado: «envié el procedimiento al presidente (del tribunal) a fin de que se adopten decisiones (…) en pro de la transparencia», declaró el juez a la radio ecuatoriana Sonorama.

«En cuatro años, ha habido cuatro jueces a cargo de este caso, yo soy el quinto», declaró más tarde, precisando que no deseaba proseguir «debido a las acusaciones» que se le imputan.

El pedido del juez deberá ser examinado ahora por el tribunal de Sucumbí­os, y, si es aceptado, podrí­a acarrear incluso el rechazo del veredicto, porque significarí­a la designación de un nuevo magistrado.

«Esto no es más que una estrategia para retardar el veredicto y no pagar», declaró el abogado de los demandantes, Pablo Fajardo.

Chevron por su parte estimó en un comunicado que el juez habí­a comprendido que su posición se habí­a tornado insostenible, y demandó la anulación de todos sus actos en el proceso, de 140 mil páginas.