Reducir el hambre en América Latina a los niveles existentes antes del estallido de la crisis internacional, demorará unos diez años y será necesario fomentar la agricultura familiar y mejorar la productividad agrícola, dijeron expertos de la ONU en Panamá.
«No es nada descabellado pensar que tardaremos 10 años para volver a los niveles anteriores a la crisis, de personas que pasan hambre. La situación no es buena francamente», dijo Jaime Vallaure, Representante de la Oficina de la Subdirección Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En América Latina y el Caribe hay 53 millones de hambrientos (12.8% de la población), ocho millones más que hace dos años, pese a que producen 30% más de los alimentos que necesitan, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Además, 10 millones de niños sufren desnutrición crónica en América Latina.
El alza en los alimentos y la crisis económica internacional ocasionó que América Latina volviera, con esos 53 millones, a niveles de los años 90 y no se prevén mejoras a corto plazo.
«América Latina y el Caribe tuvieron una sensible mejora en los primeros años del siglo XXI. Pero todo lo ganado se perdió en los últimos años», admitió Deodoro Roca, coordinador para América Central de la FAO.
Según especialistas de la ONU, la crisis ha afectado la renta real y con ello el acceso a alimentos en cantidad y calidad, sobre todo en los hogares más pobres, mientras que las mujeres, niños, ancianos, afro-descendientes e indígenas son los más desnutridos.
Vallaure afirmó que una parte de la población que había salido de la pobreza está retornando a ella y estimó en 12% su crecimiento en el último año y medio en la región.
Para reducir el hambre, los expertos recomiendan mejorar la producción agrícola, el acceso a los mercados y fomentar la agricultura familiar, que emplea dos de cada tres agricultores y de la que dependen alrededor de 100 millones de personas, recomienda la FAO.
«Hay que aumentar el gasto público en la agricultura y en el desarrollo rural en su conjunto», ayudando al pequeño productor con asistencia técnica, con infraestructuras y facilitándole mecanismos de microfinanciación y acceso a los seguros, enumeró Roca.
Agregó que la crisis evidenció «los límites y debilidades de poner el acento mayor en la agricultura de exportación» ya que «cuando los países industrializados entran en crisis dejan de importar productos no esenciales».
Para Carmen Rosa Villa, representante regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «las causas profundas del hambre y la malnutrición no son a menudo la falta de alimentos, sino la falta de acceso a los alimentos disponibles».
Aseguró que la pobreza, la exclusión social y la discriminación «a menudo socavan el acceso de la población a los alimentos» tanto en países en desarrollo como en los ricos.
Para Villa, el derecho a la alimentación no significa «repartir alimentos gratis a quien lo necesita» porque «no sólo no sería posible, sino que podría causar dependencia».
Según la FAO en el mundo hay 1.020 millones de personas con hambre, casi 60 millones más que hace un año y 178 millones más que a principios de los años noventa.
De las personas que sufren hambre a nivel mundial, el 65% viven en 7 países (India, China, República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía).