Sin embargo, el retorno de Manuel Zelaya al poder, a más de dos meses de haber sido derrocado y expulsado del país por un golpe de Estado el 28 de junio, es una opción cada vez más lejana, señalaron.
El gobierno del presidente Barack Obama anunció ayer que canceló la entrega de 30 millones de dólares en ayuda ya suspendida a Honduras, pero más determinante aún, afirmó que no dará legitimidad a las elecciones del 29 de noviembre, con lo que se colocó en sintonía con los países latinoamericanos.
«Las elecciones deben realizarse de manera transparente, libre y justa. (…) En estos momentos, no estaríamos en capacidad de respaldar los resultados de las elecciones previstas», indicó un comunicado del Departamento de Estado.
Las sanciones económicas «no van a tener mucho efecto sobre el gobierno de facto. Ya ha pasado demasiado tiempo para que a estas alturas cambien su posición y permitan el regreso de (el presidente derrocado Manuel) Zelaya», dijo Michael Shifter, del centro de debates Diálogo Interamericano.
«Lo más llamativo (del anuncio) fue que no va a reconocer las elecciones, esto ayuda a las relaciones con otros gobiernos latinoamericanos que han expresado la misma cosa, es una señal importante», señaló Shifter.
El objetivo principal del Departamento de Estado al anunciar las medidas, que se unen a las anteriormente tomadas de revocación de visas a miembros del gobierno de facto y la suspensión de la ayuda militar, es «mover un poco» al régimen en Tegucigalpa, estimó la analista Cynthia Arnson.
«Lo que hizo el Departamento de Estado fue señalar al gobierno de (facto de Roberto) Micheletti que si ellos pensaban resolver la crisis quedándose en el poder y auspiciando elecciones, que eso no es una solución adecuada», indicó Arnson, jefa del programa para América Latina del centro Woodrow Wilson.
La clave es el eco que tenga en el régimen de Micheletti, que ha mantenido su negativa a aceptar el principal punto del Acuerdo de San José, un plan impulsado por Washington y América Latina para solventar la crisis: el retorno al poder de Zelaya.
«Dudo que lo vean como que si no aceptan el acuerdo será totalmente fatal para ellos. Lo van a interpretar como que, a pesar de esta decisión, se puede aguantar y seguir con el cronograma de elecciones», dijo Shifter.
Este analista dijo que el gobierno de Micheletti sigue jugando la carta de realizar elecciones y luego exigir que sean legitimadas por la comunidad internacional.
«En otros escenarios de transición de gobiernos militares a democráticos ha habido elecciones. Es la única manera de salir de estas situaciones, no hay otra opción», afirmó.
«Hay pocos mecanismos que la comunidad internacional pueda usar para decirle al régimen que tiene que ceder el poder», reconoció Arnson, aunque la perspectiva de perder la ayuda internacional para uno de los países más pobres del continente como Honduras podría preocuparle, señaló.
«Me parece un poco difícil el retorno de Zelaya, aunque todavía no lo descarto», apuntó Arnson.
Shifter fue categórico: «no veo eso (el regreso de Zelaya al poder)».
«Creo que la posición del gobierno de Honduras se ha endurecido con respecto a eso, ya pasó mucho tiempo y desde el punto de vista del gobierno de Honduras ellos ven la luz al final del túnel y esa luz son las elecciones de noviembre», agregó.
El gobierno de facto hondureño de Roberto Micheletti criticó ayer al presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, í“scar Arias, diciendo que parece un «negociador» del depuesto presidente Manuel Zelaya más que un «mediador» en la crisis que afecta a Honduras.
«El señor í“scar Arias Sánchez se presenta como el negociador del ex Presidente de Honduras, antes que como mediador» en la crisis, dijo la cancillería del gobierno de facto en un comunicado, en el que lamentó que el mandatario costarricense rechazara una «contrapropuesta» entregada la semana pasada por Micheletti.
El contenido de la contrapropuesta del régimen de facto a la propuesta presentada por Arias en julio pasado no ha sido divulgada en su totalidad, pero uno de sus tres puntos era la posibilidad de una «tercería», es decir, nombrar a un presidente interino en el país que no fuera Micheletti ni Zelaya.
El régimen de Tegucigalpa criticó que Arias rechazara esa contrapropuesta sin haberla consultado con Zelaya, por lo que anunció que la «hará llegar a la otra parte por un medio seguro, con el fin de ofrecer un espacio objetivo e imparcial a la negociación».
Micheletti, que asumió tras el derrocamiento de Zelaya en el golpe de Estado del 28 de junio y cuyo gobierno no es reconocido por la comunidad internacional, no aceptó la propuesta de Arias, conocida como el «Acuerdo de San José», pero ha evitado rechazarla abiertamente.
En cambio Zelaya, dio por fracasada la mediación luego de que Micheletti se negó a suscribirla cuando Arias lo solicitó, en julio pasado.
El aislamiento del gobierno de facto hondureño se profundizó este jueves cuando Estados Unidos anunció la suspensión de toda ayuda económica a Tegucigalpa, en coincidencia con una entrevista de Zelaya en Washington con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton.