Que le pregunten a Serrano


Uno de los diputados más controversiales del paí­s y con mayor experiencia parlamentaria es Mario Taracena Dí­az Sol, quien en declaraciones ofrecidas a Siglo Veintiuno dijo que en el Congreso se pasó de la negociación polí­tica «al chantaje, a la piraterí­a, a querer asaltar el presupuesto de la Nación». De manera más contundente, el parlamentario agregó que sus colegas pedí­an «obras, pisto, comisiones de las obras… Quieren la vaca, la leche, el queso y la mantequilla», agregando que no van a caer en ese juego.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

En casi todo tiene razón Mario, salvo en lo de que no van a caer en el juego porque desafortunadamente sí­ lo hicieron y únicamente dejaron de hacerlo cuando el chantaje se exacerbó y se saltó todas las trancas de la lógica. Lo mismo que le pasó a Jorge Serrano, quien durante su gobierno se dedicó a comprar diputados para que aprobaran sus leyes, al punto que éstos llegaron a extremos de codicia y ya no hací­an absolutamente nada sin que mediara el doblete, el pago bajo la mesa que en aquel tiempo era en efectivo y que provení­a de los confidenciales. Cierto era que se aplicaba aquello de que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, pero la ví­ctima del robo seguí­a siendo el mismo de siempre, es decir, el pueblo de Guatemala.

El chantaje se ha ido sofisticando y ahora, como bien lo explica de manera muy gráfica Mario Taracena, se trata de negociar la asignación de obras con la debida dedicatoria para la empresa constructora. Prácticamente todos los diputados tienen la empresa que les hace los trabajos en sus distritos electorales y ellos matan dos pájaros de un tiro, puesto que mediante el clientelismo aseguran su posición de caciques que les permite seguirse reeligiendo, además de que se embolsan dinero a manos llenas. Un diputado oficialista que a veces habla de probidad, tiene a su hijo produciendo adoquines de mala calidad que son los que tienen que adquirir los contratistas si quieren que les asignen trabajos.

Y así­ en todas las bancadas, se negocia no buscando las obras de beneficio de los departamentos, que como dice Taracena serí­a una negociación legí­tima porque busca el beneficio de la comunidad, sino las obras que pueda ejecutar la empresa constructora del diputado y, de ajuste, se realizan escamoteos en la calidad de los trabajos para aumentar las ganancias.

Pero Mario sabe perfectamente que ellos alimentaron el monstruo y lo ayudaron a crecer puesto que desde que se inició la legislatura consagraron como válidos los procedimientos del PACUR, aquella asignación de obras de la que el funcionario de la OIM dijo que no habí­a obra sin sobra y que esa entidad internacional manejó con criterios de corrupción para beneficio de los diputados.

El problema que se viene es serio, porque son demasiados los asuntos pendientes en el Congreso que requieren de consenso y luego de las fuertes declaraciones, por demás veraces, del diputado Taracena, hay que esperar que vengan dí­as difí­ciles de confrontación y entrampamiento de la agenda legislativa. Ya se vio que con pedir votación nominal pueden paralizar al Congreso y de plano que retirar la absurda moción tendrá su precio. ¿Vaca, leche, queso y mantequilla? No se te olvide, Mario, que todaví­a quedan otros subproductos y que el ingenio de tus colegas no dejará que se «desperdicien».