Orgullosa de su trabajo y con afán de luchar por la existencia, vendiendo helados se gana la vida doña Karin, quien con su carreta recorre las calles del Centro Histórico para ofrecer sus productos y poder obtener el sustento de una manera honrada y con esfuerzo.
Seis meses tiene de trabajar en esta profesión, como ella misma lo dice: «Heladera, eso es lo que soy». Todos los días se levanta temprano para ordenar la casa donde vive junto a su hijo de 24 años, quien también es vendedor de helados en las calles de la zona 1.
Aunque nació en Mazatenango, las circunstancias de la vida la obligaron a emigrar a la capital, porque su mamá se puso enferma y después tuvo que buscar por diferentes medios la manera de superarse.
Primero estuvo atendiendo una pequeña tienda, para luego trabajar en una cafetería como mesera, posteriormente decidió comenzar a vender aguas en las calles de la zona 1 y al final decidió dedicarse a vender helados, donde junto a sus 30 compañeros hombres, trabaja feliz con el orgullo de que ella es la única mujer que sobresale en el grupo.
LA HORA: ¿Cómo se siente con su carreta de helados?
KARIN ECHEVERRíA: Me gusta mi trabajo, lo desempeño bien, me siento tranquila y sin compromisos, además, estoy feliz al desempañarlo; camino todo el día y subo la sexta (avenida), llego al mercado de la Presidenta, voy a la Placita y a la iglesia del Calvario, también a veces al hospital San Juan de Dios.
L.H.: ¿Qué tal le va en la venta?
K.E.: Aunque el sueldo es rotativo, vendo alrededor de cien quetzales diarios de helados, eso sí, si no saco el carrito, no gano; no tengo prestaciones ni Bono 14, tampoco sueldo fijo porque el producto me lo dan a consignación.
L.H.: ¿En qué horario trabaja?
K.E.: Bien, por lo general, del mediodía a las siete de la noche, en el parque (Plaza de la Constitución) aprovecho los fines de mes y domingos.
L.H.: ¿Qué tipo de helados vende?
K.E.: Llevo de todo, helado de vasito, chocolates, pachucas, cremitas, conos, sandwiches y los precios varían de tres, cinco a diez quetzales.
L.H.: ¿Cuántos trabajan con usted?
K.E.: Son 30 heladeros (hombres) en la fábrica y yo soy la única mujer.
L.H.: ¿Cómo se lleva con sus compañeros de trabajo?
K.E.: Quiero mucho a mis 30 compañeros de trabajo que son todos hombres, me llevo bien con ellos porque hay mucho respeto y no tengo ningún problema con ninguno de ellos.
L.H.: ¿Cómo vende en los días de lluvia?
K.E.: Mi trabajo es del mediodía al transcurso de la tarde y el calor lo aprovecho para que la gente me pueda comprar el helado, pero en estos días lluviosos la gente no compra mucho porque el día esta frío, aunque en días soleados vendo el doble.
L.H.: ¿A qué se dedicaba antes?
K.E.: Estaba en mi casa porque mi mamá tenía una tiendita y vendía aguas, cervezas, frijol, maíz; luego la quitó, la tuvo durante 20 años, ahora mi mamá se fue para los Estados Unidos y en la casa solo está mi hijo y yo; aunque él hoy descansó porque también vende en una carreta como la mía.
L.H.: ¿Es cansado su trabajo?
K.E.: Estoy quemada y es muy agotador estar de arriba para abajo, y llego agotada a mi casa, pero me siento satisfecha por ganarme mi dinero, llevo buen producto a buen precio y me gusta mi trabajo porque me lo gano honradamente.
L.H.: ¿Cómo sabe cuando ya es hora de salida?
K.E.: Al terminar, entrego mi carro a las siete de la noche y subo al Portal como a las ocho de la noche, después tomo el bus y alrededor de las diez de la noche llego a mi casa.
L.H.: ¿Es seguro vender en la zona 1?
K.E.: Como está todo iluminado no me han asaltado, yo creo que todo es bien seguro aquí, además, todo el mundo me conoce por el helado y me llaman Canche o me dicen: «Adiós, heladera», o simplemente doña Karin.
FICHA
Nombre: Karin Virginia Echeverría Quan
Originaria: Mazatenango
Profesión: Heladera
Actividad fuera del trabajo: Ama de casa
Edad: 47 años
Estado civil: Madre soltera