El grupo de yacimientos «posicionará a Brasil entre los diez países con mayores reservas de petróleo y gas natural» del mundo y ampliará su «papel económico y geopolítico internacional», afirmaron los ministros de Energía, Edison Lobao, y jefe de Gobierno, Dilma Rousseff, el lunes en el rimbombante acto con el que se presentó el proyecto regulatorio para la explotación de esas reservas.
Los analistas coinciden: las millonarias reservas que Brasil encontró en 2007 en aguas ultraprofundas a lo largo de una franja de 800 km de su costa sur, bajo una superficie de 149.000 km2, pueden cambiar el perfil económico del gigante sudamericano.
«El potencial de reservas existe: unos dicen que son 50.000 millones de barriles, otros 100.000 (de petróleo de alta calidad), pero el desconocimiento y los desafíos todavía son muy grandes», dijo a la AFP el director del Centro de Estudios de Infraestructura, Adriano Pires.
El nuevo proyecto de marco regulatorio, enviado por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva al Congreso, otorga un mínimo de 30% de la operación en todas las concesiones de aguas profundas a Petrobras (controlada por el Estado), crean una nueva estatal (Petro-Sal) que administrará las áreas y contratos, y garantizan el retorno de los ingresos que se obtengan a las arcas públicas.
El gobierno del izquierdista Lula creará también un Fondo Social para llevar los beneficios del petróleo a la educación, la tecnología y la lucha contra la pobreza, y pretende impulsar la industria pesada nacional de la mano del petróleo.
El anuncio abre un arduo debate en el país, tanto en el Legislativo como a nivel de los estados que componen la Unión.
«Están creando una disputa nacionalista estilo Robin Hood» con la nueva regulación que favorece al Estado central y no a las regiones, denunció el gobernador de Rio, Sergio Cabral.
Los gobernadores piden que no se reduzcan los millonarios royalties y participaciones que reciben los estados petroleros por el crudo, y sólo aceptaron asistir a la presentación del marco regulatorio del llamado «pre-sal» (petróleo debajo de la capa de sal del fondo marítimo), cuando Lula les aseguró ese dinero.
La industria manifestó «preocupación» por que se «mantenga el atractivo para los inversionistas», según el Instituto Brasileño del Petróleo (IBP). «El elevado potencial de producción hace imperativa la participación de la inversión privada», advirtió de su lado la Confederación Nacional de la Industria.
Los sindicatos y movimientos sociales se agruparon en reclamo de un modelo 100% estatal y acusan a Lula de «entregar» las «riquezas a los grandes empresarios».
«Todos los países que encontraron mucho petróleo cambiaron las reglas» en beneficio propio, afirmó Lula.
A pesar del debate, Lula tiene buenas posibilidades de ver aprobada su regulación en el Congreso, en el que cuenta con mayoría de apoyos, estimó en declaraciones a la AFP el analista legislativo Carlos Lopes, de la consultora SantaFe Ideias.
«Habrá resistencia de la oposición y el debate tendrá tintes electorales ante los comicios generales de 2010 pero, si el gobierno garantiza los recursos que quieren los estados, la resistencia disminuye y se esperaría que lo apruebe» el Congreso, manifestó.
Con o sin nuevas reglas, alcanzar ese petróleo no será fácil ni barato, ya que se encuentra en el mar en un rango de 5.000 a 7.000 metros de profundidad y bajo gruesas capas de rocas y sal, lo que constituye una frontera tecnológica y económica incluso para la experimentada y poderosa Petrobras, que opera 22% de la producción mundial en aguas profundas.
«El pre-sal es todavía una promesa», concluye Pires.
El gobierno ha informado que de los 31 pozos explorados, el resultado positivo fue de 87%, y que en la principal cuenca, Santos, fue de 100%. Con solo tres campos podrían duplicarse las reservas brasileñas probadas, de 14.000 millones de barriles.
Brasil quiere comenzar la producción comercial del pre-sal en 2015 con miles de millones de dólares de inversión.