Cultura del agua


El agua es el recurso vital para el desarrollo humano sostenible y se encuentra vigente en la vida cotidiana de mujeres y hombres e implica, en la actualidad, adoptar una nueva conciencia con relación al agua. Esta situación se explica porque este recurso natural se manifiesta como un bien de disponibilidad limitada, de alto valor económico e importancia estratégica para los paí­ses, en un mundo donde la demanda de agua crece sin cesar. El agua se convierte paulatinamente en el bien más preciado del presente siglo.

Carlos Cáceres
ccaceresr@prodigy.net.mx

El conocimiento e intercambio de las experiencias más significativas en la gestión del agua en Guatemala, debe servirnos para reflexionar sobre la necesidad de obtener el máximo provecho de logros y fracasos, mediante la discusión y difusión, en especial respecto a las cuencas transfronterizas.

Resulta evidente la urgente necesidad de forjar una nueva cultura del agua en nuestra sociedad que, apoyándose en las mejores tradiciones guatemaltecas, integre nuevos valores y realidades para garantizar la conservación, uso racional, valor económico, así­ como la comprensión y aceptación, por toda la población, de que el agua es un recurso finito, vulnerable e imprescindible para el bienestar humano.

En Centroamérica, el Caribe y Panamá, se han efectuado seminarios, ferias y reuniones en general, relativas al agua. En ellas se ha insistido en la reducida capacidad institucional y conciencia insuficiente, con relación a los problemas del agua, en especial, la contaminación. De igual manera, se ha afirmado que la calidad de los cuerpos acuáticos continúa deteriorándose, se ha ampliado la irrigación con agua subterránea y los cambios climáticos. Estos factores, provocarán impactos sobre la disponibilidad del agua.

Lo anteriormente expuesto señala la relevancia para promover el fortalecimiento de las capacidades nacionales y regionales con el propósito de transformar, mediante la educación ambiental, las actitudes, conocimientos, prácticas y costumbres de la población, para crear una nueva cultura del agua, así­ como propiciar las modernización y el fortalecimiento de las instituciones gubernamentales involucradas en la gestión del agua e invertir en la capacitación de recursos humanos, tecnologí­a y prácticas apropiadas.

Es necesario que los gobiernos apoyen la modernización de reglamentos relativos al agua, para promover una actitud racional hacia el agua normando su protección, conservación y las relaciones con los usuarios. También es conveniente impulsar el ordenamiento ambiental, como herramienta fundamental para fortalecer la gestión integral del agua, utilizando la cuenca hidrográfica como unidad básica de planificación. Es urgente el reconocimiento por parte de mujeres y hombres, del valor económico del agua; asimismo, impulsar el desarrollo de instrumentos polí­ticos con el fin de favorecer la gestión integral del recurso. En este aspecto se incorpora el intercambio de experiencias y metodologí­as para la prevención y control de la contaminación de los suelos y cuerpos de agua, incluyendo normativa e instrumentos económicos que permitan la adecuada aplicación del «principio precautorio» y «quien contamina paga».

Debe hacerse un llamado a las autoridades sectoriales, nacionales e internacionales relacionadas con la gestión del recurso hí­drico, de la urgente necesidad de tomar medidas inmediatas, definir polí­ticas y acciones -a corto plazo- concertadas para enfrentar los retos del impacto del cambio climático en los paí­ses de la región.

Es necesario, entonces, iniciar nuevas acciones y planteamientos para dialogar sobre la importancia de una nueva cultura del agua. Y tal como lo señaló el presidente John F. Kennedy: «Quien sea capaz de resolver los problemas del agua, será merecedor de dos premios Nobel, uno por la paz y otro por la ciencia».