Otro esfuerzo fallido en el tema fiscal


Por contundente que sea la voz de la comunidad internacional respecto a la importancia de emprender una reforma fiscal en Guatemala para mejorar los niveles de recaudación y dotar al Estado de recursos para atender las necesidades sociales, en nuestro paí­s vamos acumulando, una tras otra, todas las fallidas intenciones de realizar cambios importantes. La semana pasada el Gobierno decidió retirar del Congreso de la República lo que inicialmente presentaron como una reforma fiscal y que al final de cuentas quedó como un tibio esfuerzo por aplicar muy modestos cambios al sistema tributario, con lo que hay que agregar otro esfuerzo inútil a la ya larga lista.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Viendo la forma en que se está promoviendo actualmente en Estados Unidos la reforma al sistema de salud, pensé en algún momento que algo así­ como lo que está haciendo la administración de Obama es lo que alguna vez tendrá que hacerse en Guatemala para impulsar ese necesario cambio en materia fiscal. Y ahora, cuando observo que la coyuntura ha puesto en el candelero el tema de la desnutrición que históricamente nos ha afectado, pienso que nuevamente nuestras autoridades desperdician oportunidades que debieran servir para hacer conciencia entre la población de que la viabilidad de la Nación está í­ntimamente relacionada con el nivel de compromiso de la población.

Por supuesto que aquí­ vivimos todaví­a bajo los argumentos falaces que atribuyen el desarrollo en otros paí­ses a la generación espontánea, sin reconocer que todos los paí­ses que alcanzaron niveles importantes y sobre todo equilibrados de desarrollo tuvieron como cimiento un adecuado sistema tributario que permitió financiar acciones públicas en campos de tanta trascendencia como la educación, la salud y la seguridad ciudadana. Ningún paí­s pudo alcanzar etapas de pleno desarrollo sin la contribución de sus habitantes mediante el cumplimiento de sus obligaciones fiscales y eso es un hecho irrefutable.

Es más, en los últimos años hemos visto que varios paí­ses desarrollados que emprendieron el camino de la reforma fiscal para eliminar impuestos a los que más dinero ganan, empezaron a sufrir las consecuencias de elevado déficit fiscal y eso tuvo mucha relación con el descalabro financiero, aunque por supuesto no fue la razón principal de la crisis que tuvo su caldo de cultivo en la excesiva codicia que aprovechó la ausencia de controles y regulaciones.

El gran problema de Guatemala es que no se puede buscar un acuerdo nacional a favor de una reforma fiscal en tanto no se puedan dar muestras irrefutables de buena utilización de los recursos del Estado. El argumento recurrente, y en alguna medida incuestionable, de los que se oponen al pago de impuestos es que ese dinero sirve para engordar las billeteras de los funcionarios y no para impulsar el desarrollo nacional. La resistencia del sector público a establecer mecanismos de absoluta transparencia se convierte, así­, en arma fundamental de los que pregonan el rechazo absoluto a siquiera abordar y discutir el tema fiscal.

La responsabilidad y transparencia en el manejo del gasto público y su calidad, debiera ser el punto de partida para que en nuestro paí­s se pueda iniciar una campaña como la que hacen ahora en Estados Unidos para impulsar una reforma profunda. Construir acuerdos entre todos los sectores de la sociedad requiere un liderazgo fuerte que sólo puede tener base en la más clara y decidida transparencia.