¿Qué les queda a los jóvenes?


A la población, pero especialmente a las y los jóvenes, les queda -«ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia que es la suya, no convertirse en viejos prematuros… sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente»- (M.B)

Lourdes ílvarez
usacconsultapopular@gmail.com

En nuestro paí­s algo se viene tramando. El 16 de abril de este año, al Congreso de la República fue presentada una iniciativa por el grupo Pro-reforma, que pretende reformas a la Constitución Polí­tica de la República bajo el eslogan «Por una Constitución de principios». Además, la Bancada Lí­der, en el mismo tono, presentó su propuesta de reformas constitucionales.

Ante los acontecimientos, el Congreso convocó a una jornada de audiencias públicas para que la población emitiera su opinión sobre el contenido de las propuestas. A la fecha se han realizado 52 audiencias, de las cuales cerca de 44 se han pronunciado con un rotundo rechazo a esos proyectos.

Es de suponer que para esa minorí­a de quienes avalan o son parte de esa iniciativa, las cosas ya se pusieron, por así­ decirlo, jodidas. Y no es para menos, quienes invirtieron dinero en campañas publicitarias, recolectores de firmas, playeras, gorras, y uno que otro favorcito, ven en hilo de araña la «ganancia» que obtendrí­an de aprobarse esas reformas.

Las firmas que respaldan el proyecto de Pro-reforma, según aseguran los promotores son más de 70 mil. Pero lo que no dicen es que esas firmas fueron conseguidas bajo sucios engaños. -Señorita, tengo una preguntita para usted. ¿Está cansada de tanta inseguridad, no tiene empleo, quiere un paí­s mas seguro? Era una de las constantes hací­a los transeúntes cerca del Portal del Comercio, que un joven de camisa y gorra blanca les lanzaba. -Firme acá para adherirse a la solicitud de un paí­s mas seguro. No somos una organización polí­tica, somos ciudadanos comos usted.-

El «gancho» de esa propuesta engañó a mucha gente prometiendo que acabarí­a con los problemas de impunidad, injusticia, pobreza, desigualdad, inseguridad y violencia, cuando no es así­.

Se han realizado muchos estudios y buenos análisis sobre el tema, que detallan cada uno de los puntos de esas propuestas que pretende cambiar toda la estructura jurí­dica del paí­s, en claro beneficio de una minorí­a.

El objetivo de esta columna no es entrar en ese detalle, si no motivar a que el gusanito de la curiosidad le invada la mente, principalmente a las y los jóvenes, y se tomen un tiempo de pausa en este trají­n de carreras y consumo, para poder revisarlos y sobre todo analizarlos.

Además, luego de ese breve ejercicio, dejarles la pregunta: ¿qué nos queda por probar? Claro, aparte de todas esas excentricidades tí­picas de la bella locura juvenil. ¿Sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo? Cuestionó por ahí­, un poeta grandioso.

Los jóvenes constituimos aproximadamente el 70 por ciento de la población del paí­s menor de 30 años de edad, pero, además, son los pueblos indí­genas quienes constituyen un 40 por ciento y las mujeres más del 51 por ciento de la población.

Con ese tipo de propuestas de reformas a la Constitución actual, estos segmentos de población son impunemente excluidos y marginados, se viola el sistema democrático, el principio de participación polí­tica y el principio de igualdad, entre muchos otros.

Además, se pretende eliminar de la Constitución las garantí­as que a lo largo de tantos años los sectores sociales y más vulnerables, a punta de trabajo, incluso de sangre, han logrado.

Sí­, nos queda por probar y mucho, pero sobre todo asumir el papel protagónico que en este momento, donde se sigue construyendo historia, las circunstancias a punta de grito exigen decir: No queremos esa clase de reformas. ¿También le entran?