El pequeño gigante del automovilismo


A la par de una tradicional cabina telefónica británica, un Mini se observa en su vista completa; el automóvil está cumpliendo medio siglo, tras su lanzamiento en 1959. FOTO LA HORA: AFP LEON NEAL

Para Mathieu Faucon fue amor a primera vista. Que cumpla 50 años el 27 de agosto, el doble de su edad, no le importa en absoluto porque, a sus ojos, el Mini «no envejece jamás».


El interior del Mini, que desde su fabricación inicial, se han producido más de seis millones de unidades. FOTO LA HORA: AFP LEON NEALDetalles de un Mini, propiedad de Eddie Summer. FOTO LA HORA: AFP LEON NEAL

El joven posee tres de estos mí­ticos automóviles británicos que se convirtieron en sí­mbolo de toda una generación en los años sesentas y que hasta hoy siguen creando sensación pese a los problemas mecánicos inherentes a la edad.

«Es cierto, tiene que gustarte la mecánica», reconoce Mathieu, que admite pasar «muchas horas» reparando sus utilitarios. Pero si se contagió de la pasión de su padre, fue «por las sensaciones». «Me enamoré en cuanto arranqué el carro por primera vez», afirma.

Su padre, Michel, explica que en los sesentas «tener un Mini estaba bien visto», sobre todo por las chicas. Además, «te cuelas por todas partes, tienes sensación de velocidad. Los carros actuales son demasiado banales», afirma.

«Estás a ras de suelo. Es como un pequeño kart. Se siente todo en el volante… ¡Y en la espalda también!», interrumpe un amigo de la familia, Mathieu Duval, de 26 años, con menos romanticismo.

Cincuenta años después, la «comunidad Mini» sigue muy viva. Unos 5 mil «Minimaniacos» se reunieron el 8 y 9 de agosto para celebrar el aniversario de su í­dolo, allá donde empezó todo, en Longbridge, en los suburbios industriales de Birmingham (norte de Inglaterra).

Los «fans» plantaron sus tiendas de campaña frente a la antigua fábrica de la que salieron los primeros Minis e intercambiaron consejos, piezas de recambio o cables de remolque.

«Vienen de todas partes: Australia, Japón, Alemania, Francia… Tenemos 450 clubs Mini de todo el mundo», se maravilló en la entrada del terreno una de las organizadoras de la cita, Glenys Price, mientras trataba de dominar el flujo incesante de minis de todas las formas y colores posibles.

«Â¡Oh sí­, la pasión sigue viva! Era un carro para gente joven, pero los padres contagiaron el gusanillo a sus hijos y ahora sus nietos también tienen uno», explicó.

«Desde que dejaron de fabricarlo, la pasión se disparó», confirmó John Griffin, de 46 años, secretario del «London and Surrey Mini Owners» Club». El cese de la producción en 2000 aumentó el interés de los coleccionistas. La compra de Rover por BMW y el lanzamiento en 2001 del nuevo Mini -«el gordo», como le llaman aquí­-, no convenció a los ortodoxos.

«No tiene nada que ver con el antiguo», afirmó el alemán Holger George, de 55 años y presidente del «Mini Register von Deutschland», que agrupa 40 clubes regionales alemanes. Con su simplicidad de construcción, el Mini «clásico» es jauja para los manitas, subrayó Holger.

«Se lo puede hacer todo uno mismo. Es muy personalizable. Un verdadero juguete para adultos», agregó asegurando que transmitió lo que él considera una «religión» a su hijo Max, de 15 años. «Es genial un mini», dice el adolescente.

En una carpa vecina, dos niños rubios cantan el tema principal de «The Italian Job», pelí­cula de culto de los años 60 en la que aparecí­a un Mini. Pese a sus sólo seis y nueve años, «ya tienen la pasión», aseguró su padre, el sueco Mattias Wahlstedt, de 39 años, que se presenta orgulloso como el presidente del Mini Seven Club Sweden, «el primer club Mini del mundo, creado en 1961 seis meses antes que los ingleses». «Los niños no pueden distinguir entre un Saab y un Volvo pero siempre reconocen un Mini», dijo.

«La pasión no se agotará nunca, aseguró Michel Faucon. «Al menos, mientras queden piezas de recambio».

Aí‘OS 60 Icono


Considerado revolucionario cuando salió al mercado a fines de agosto de 1959, el Mini se convirtió con los años en uno de los automóviles más emblemáticos de los años sesentas, además de un gran éxito comercial.

El Mini «establece nuevos estándares de comodidad y de adherencia a la carretera en la categorí­a de los automóviles familiares muy pequeños»: la revista británica Autocar no escatima elogios en su edición de finales de 1959 tras haber probado por primera vez este carro que se iba a convertir rápidamente en un pequeño fenómeno.

El Mini nació del desafí­o que lanzó el constructor británico BMC al ingeniero Alec Issigonis: crear un carro con capacidad para cuatro personas adultas lo más compacto posible y sin que esto afectara ni a su comportamiento ni a su habitabilidad.

Issigonis decidió montar el motor de forma transversal y colocar la caja de velocidades en el cárter. Esta idea genial redujo la dimensión del auto a tres metros, preservando todo el espacio interior: el 80% de la superficie sirve para los pasajeros y el equipaje, algo nunca visto.

Pegando prácticamente el carro al suelo, el ingeniero creó además una adherencia excepcional y en cuanto se le adoptó un motor deportivo, ganó tres veces el rallye de Montecarlo en los años 60, lo que disparó sus ventas.

Pero más allá del éxito comercial, el Mini se convirtió rápidamente en un í­cono. Famosos como John Lennon, Peter Sellers o Steve McQueen lo adoptaron, apareció en pelí­culas hoy consideradas de culto como «Magical Mystery Tour» de los Beatles (1967) o «The Italian Job» en 1969 (y su «remake» en 2003).

Con los años, sin embargo, las ventas se debilitaron y la producción se transfirió al grupo Rover, que BMW adquirió en 1994. El último Mini salió de fábrica el 4 de octubre de 2000. Las ventas totales totalizaban casi 5,5 millones, un éxito que llevó a BMW a resucitar el mí­tico Mini en 2001.

El nuevo modelo, más moderno e imponente, logró un éxito de ventas todaví­a más fulgurante que su hermano mayor: en abril de 2007 se alcanzó la unidad un millón.

Pero la crisis económica frenó este impulso y en febrero BMW anunció una reducción del 19% de los efectivos de la única fábrica del nuevo Mini, cerca de Oxford, en el noroeste de Londres, y la supresión de 850 puestos de trabajo.