San Juan La Laguna, reino de los tz»utujiles


Biblioteca Comunitaria Rija

Claudia Navas Dangel

El lago más bello del mundo posee más riquezas que el paisaje imponente que ofrece a sus habitantes y a quienes lo visitan, como sus pueblos circundantes. Uno de ellos es San Juan La Laguna, habitado en un 95 por ciento por tz»utujiles, una recio pueblo que ha sabido mantener su identidad a pesar de los embates de los tiempos.


Jeremy Curl/Travel BlogClaudia Navas DangelClaudia Navas Dangel

La Laguna es el apellido de varios pueblos de los que circundan al Lago de Atitlán: Santa Clara, San Pablo, San Pedro, San Marcos y por supuesto, San Juan, municipio de Sololá en el altiplano a unos 174 kilómetros de la capital y a 1,585 metros sobre el nivel del mar. Su extensión es de apenas 36 kilómetros cuadrados y se puede llegar por carretera asfaltada o, desde otros poblados del Lago, por agua.

El historiador Aní­bal Chajón dice que se considera que los tz»utujiles datan del posclásico maya, alrededor de los años 900 a 1500 de nuestra era y que una de las caracterí­sticas de las y los sanjuaneros es su apego a sus tradiciones, a pesar de que entre ellos haya un creciente número de cristianos de distintas denominaciones. Entre esas tradiciones se cuentan la creencia en los nawales (o espí­ritus protectores), la inevitable unión de la humanidad con la naturaleza y que ésta funciona como un ciclo que retorna.

Como sucede con muchos pueblos en Guatemala, San Juan ha heredado una rica tradición ecléctica formada por un conjunto variado de distintos sistemas de creencias, entre ellos los de origen maya, el católico y, de más reciente ingreso, el evangélico o cristiano. Según el arqueólogo Mario Tejada, una extraordinaria muestra de la primera en su Maximón, cuyo culto se rinde a dos imágenes, reproducidas por Juan Sisay, padre.

«San Juan es el hogar del dios Maximón», dice Shellag McNally en su libro Pocket Adventures in Guatemala, y apunta que su santuario es más bien tranquilo, sin tantas visitas como las que recibe el de Santiago Atitlán. Por eso, para verlo con tranquilidad, es mejor el de San Juan. Con el coincide Antonio Mendoza alcalde de la cofradí­a de San Juan, quien por herencia familiar cuida y custodia las dos imágenes de Maximón en este municipio.

La investigadora Sarah Bennett, de la universidad del Norte de Carolina, en su estudio Are All Religions Good in San Juan? An Evaluation of Catholic and Evangelical Relations in San Juan La Laguna, Guatemala, opina que, si bien en general las relaciones entre fieles de distintas iglesias es cordial, hay diferencias que parecen irreconciliables, procedentes de estereotipos que cada grupo atribuye al otro. Según ella, estos no deberí­an ser causa de mayores conflictos, sin embargo, reconoce que se necesitan más estudios, y más prolongados, para sacar conclusiones valederas a largo plazo.

LOS BIENES DE ESTE MUNDO

La infraestructura económica de San Juan se basa en la producción de maí­z, frijol, café y otros cultivos de sustento, entre ellos el maní­, cebolla, aguacate, macadamia, mangostán, kiwi y otros frutos exóticos, según recuenta F. Chrisitian de Paz J. en su libro Atitlán, los pueblos del lago. También se pesca. Sin embargo, es cuna de artesanos y artesanas de gran habilidad, creadores de tejidos, y de pintores y pintoras naí¯f reconocidos a nivel mundial, como el maestro Antonio Vásquez. Los tejidos se colorean con tintes orgánicos y también hay producción de medicina natural.

Más reciente y aún en desarrollo es su industria turí­stica, cuya infraestructura, cuenta con hoteles, servicio de lanchas, guí­as, restaurantes y venta de artesaní­as y arte. Entre sus atractivos están su centro de tejidos tí­picos, la medicina natural y su centro de pintura costumbrista o naí¯f, que forman parte del circuito cultural turí­stico. Por otra parte, para quienes disfrutan de ecoaventuras, allí­ se pueden dedicar a la observación de aves (abundantes en especies en la región), giras por cultivos de café, campismo y al montañismo, sin olvidar al submarinismo.

Pero es su tranquilidad, su cierto alejamiento del bullicio y demandas tí­picas de pueblos más grandes, lo que marca a San Juan La Laguna como a un lugar relativamente virgen para el turismo mainstream. Acá se respira paz en convivencia con un pueblo que antes de la Conquista definitivamente conoció tiempos mejores y que hoy, según estima National Geographic, está transformándose de pueblo pequeño a todo un gran destino turí­stico.

Entre sus atractivos están su templo católico, (en ampliación) el santuario de Maximón, su recorrido cultural, diseñado para apreciar a la cultura tz»utujil, demostraciones sobre cómo se utiliza el tinte natural o en el vivero Q»omaneel, su galerí­a de arte costumbrista Xocomeel, su Museo a cielo abierto y sus recorridos para entrar en contacto con la naturaleza o la aventura. Es interesante hacer notar que muchas de estas actividades se deben a asociaciones de mujeres sanjuaneras. Y es que sin duda la mejor carta de presentación de este municipio son sus habitantes, amables, creativos y perseverantes.

SIGNIFICADOS Y ORíGENES

«Flor de milpa», de acuerdo con la Academia de Lenguas Mayas, es lo que significa Tz»utuj, raí­z de la voz tz»utujil. También se considera que proviene de rutz»utujiil, que indica que la milpa está en proceso de floración, y Aj Tz»utujil es la gente que viene de la flor del maí­z. El Memorial de Tecpán Atitlán dice que todas las gentes de la región tienen un origen común, son de una más bien mí­tica Tulán, según estima Tejada.

Lo cierto, dice Chajón, es que su reino tuvo como telón de fondo a los volcanes San Pedro y Santiago. EL cura párroco Gerardo Aguirre, en su libro La Cruz de Nimajuyú, refiere cómo la soldadesca de Pedro de Alvarado lo saqueó y destruyó en el siglo XVI. De aquella grandeza hoy quedan, como mudos testigos, sólo dos pirámides. Más adelante, entre los años 1574 a 1550, y tal vez para consolidar el proceso de conquista, las toponimias mayas que habí­an conservado sus pueblos fueron cambiadas para cristianizarlas, en honor a los 12 apóstoles bí­blicos.

EL ROSTRO DEL FUTURO

Doña Rosario Ramos, mujer sanjuanera, resume así­ la historia reciente de este poblado, así­ como sus esperanzas a futuro: «San Juan se llama así­ por San Juan Bautista, el que bautizaba a la gente. El ambiente era muy diferente porque antes era más pobre la gente, más humilde, no habí­a mucha educación. Antes sólo se hablaba el dialecto y no habí­a estudio, ahora se ha mejorado bastante, en educación, en menor pobreza y en las calles y avenidas. Son bastantes los habitantes. Durante la Guerra nosotros fuimos golpeados por el Conflicto Armado y a mi tí­a la secuestraron y mataron, fue muy duro, no fue tanta la gente que migró, pero sí­ vinieron a matar gente. Un 20 por ciento se fue y los que se quedaron estaban reprimidos por la Guerrilla y por el Ejército. Pero las costumbres se mantienen, en cuanto a religión y comida, lo que no se ha mantenido es el traje porque se cambió, antes era distinto, ahora se diferencia por el estudio y la juventud se compra ropa más barata porque los tradicionales son muy caros. Turismo no habí­a tanto antes, como los proyectos no existí­an, pero beneficia un poco porque los turistas nos compran productos».

A pesar de todos estos inconvenientes, la comunidad sanjuanera se ha centrado en el manejo de sus recursos naturales y la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, por medio de incentivar la educación y la salud. Además, su enfoque en su industria turí­stica rendirá frutos jugosos con el paso de los años y la implementación de polí­ticas adecuadas para ese fin. Pero de esto hablaremos en el siguiente artí­culo.

í‰ste es el primero de cuatro artí­culos de esta serie. Continúa la siguiente semana.