El líder libio, Muammar Kadafi, logró una doble victoria diplomática con la liberación del condenado por el atentado de Lockerbie y las excusas presentadas por Suiza a su hijo Hannibal, en vísperas del 40º aniversario de su llegada al poder, el uno de septiembre.

Ayer fue puesto en libertad por motivos humanitarios Abdelbaset Ali al Megrahi, el único condenado por el atentado contra el vuelo de la compañía estadounidense PanAm que estalló sobre la localidad escocesa de Lockerbie en 1988, causando la muerte a 270 personas, 189 de ellas estadounidenses.
Esa liberación coincidió con una visita sorpresa a Trípoli del presidente suizo, Hans-Rudolf Merz, que viajó a la capital libia para presentar sus excusas por el arresto, en julio de 2008, de Hannibal Kadafi. Este asunto había deteriorado las relaciones suizo-libias.
Megrahi fue recibido como un héroe en el aeropuerto militar de Maatiga, en Trípoli, pese a las críticas de Washington y Londres. Era considerado oficialmente por Libia como un «rehén político» en manos de Occidente.
Según un periodista libio, la calurosa acogida reservada a Megrahi es una «revancha sobre Occidente, que recibió con alfombra roja a las cinco enfermeras» y el médico búlgaros liberados en julio de 2007 tras ocho años de prisión en Libia y una condena a muerte sobre sus cabezas por haber inoculado el virus del sida a cientos de niños libios.
Otrora considerada como «madrina» del terrorismo internacional, Libia es considerada actualmente como un interlocutor ineludible en la lucha contra el terrorismo o la resolución de conflictos en ífrica, donde el país ha realizado masivas inversiones.
Trípoli debe también este avance diplomático a sus recursos energéticos, sobre todo a su oro negro, siempre presente en sus discusiones con Occidente.
«Tentando con contratos de miles de millones de dólares, Libia negocia a menudo en posición de fuerza, sobre todo en este período de crisis», estimó un diplomático occidental en Trípoli.
En este contexto, el presidente de Suiza ha tenido que someterse a las exigencias de Trípoli y, así, ayer presentó sus «excusas por el arresto injustificado» de Hannibal Kadafi, el verano boreal pasado.
Muy molesta por esta detención, Libia tomó represalias contra Suiza: en octubre de 2008 suspendió sus suministros de petróleo, retiró fondos por valor de 5 mil millones de euros de bancos suizos, puso fin a los programas de cooperación suizo-libios e impuso restricciones a las empresas helvéticas.
La prensa suiza ha criticado duramente el viaje a Libia del jefe del Estado. Este, sin embargo, ha declarado haber alcanzado los dos objetivos que se fijó: solucionar «el caso Hannibal» y propiciar la vuelta de las empresas suizas al mercado libio.
La prensa calificó hoy las excusas de Merz de «humillación». Para los medios helvéticos, Suiza ha debido «capitular» ante el líder libio negando el Estado de Derecho.
Así, después de años de rechazo internacional, Kadafi, actual presidente de la Unión Africana, podría festejar con bombo y platillo sus 40 años en el poder, el 1 de septiembre, antes de un posible viaje a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU, cuya Presidencia de turno también le corresponde a Libia.