Una ola de atentados con un costo polí­tico muy alto


Un iraquí­ custodia varios ataúdes de personas muertas ayer en el atentado que cortó la vida de 95 personas. FOTO LA HORA: AFP AHMAD AL-RUBAYE

La carnicerí­a provocada ayer por dos camiones bomba en el centro de Bagdad debilitó la imagen del primer ministro Nuri al Maliki, que se presentara como el hombre que devolvió la seguridad al paí­s y abrió la ví­a al retiro de las tropas estadounidenses, afirman analistas.


Los atentados, los más sangrientos en la capital iraquí­ desde hace un año y medio, dejaron al menos 95 muertos y unos 600 heridos.

Según los analistas, sus autores quisieron demostrar su capacidad operativa y restar credibilidad al principal argumento de Maliki de cara a las elecciones legislativas de enero próximo.

«La seguridad era la única carta que usó el jefe de gobierno Nuri al Maliki para ganar las elecciones municipales (de este año) y querí­a hacer lo mismo en las próximas elecciones», dijo Hamid Fadl, profesor de ciencias polí­tica en la Universidad de Bagdad.

«Pero con estos atentados, los terroristas han querido afirmar con toda claridad que la democracia fracasó en Irak, y eso puede provocar una reacción negativa en contra (del primer ministro) en los próximos comicios», estimó.

Maliki declaró de inmediato su intención de revisar las medidas de seguridad y atribuyó las masacres a «tentativas desesperadas de hacer descarrilar el proceso polí­tico y afectar las elecciones legislativas».

Para los analistas, lo que está en juego es el futuro polí­tico de Maliki.

«Esto amenaza realmente la credibilidad de Maliki, que presentaba el repliegue estadounidense como una gran conquista y un test importante para la seguridad», sostiene Luluwa al Rachid, una analista del International Crisis Group.

Las tropas estadounidenses que ocupan el paí­s desde 2003 se retiraron de todas las ciudades el 30 de junio y deben evacuar el paí­s a fines de 2011.

Algunos expertos creen que el jefe de gobierno cometió un error al presentar el repliegue de las ciudades como una victoria de Irak y en declarar el 30 de junio como dí­a festivo.

Maliki «quiere ser considerado a todo precio como el sí­mbolo de la mejora de la seguridad, y no es eso lo que está ocurriendo. Si insiste, acabará debilitado», advierte Rachid.

Los lugares elegidos y la simultaneidad de los ataques mostraron una voluntad de potenciar al máximo su impacto.

Los camiones estallaron con pocos minutos de intervalo frente a los ministerios de Relaciones de Exteriores y de Finanzas, en el centro de la ciudad, exactamente seis años después de un letal atentado que habí­a dado la señal de la rebelión, contra la sede de la ONU en Bagdad.

Maliki ordenó hace dos semanas, confiando en la mejora de la seguridad, retirar en un plazo de 40 dí­as los muros de hormigón que bloquean las calles de la capital.

Pero los atentados pusieron en evidencia las deficiencias de las fuerzas de seguridad iraquí­es y la precipitación de Maliki en mostrar su satisfacción, señala Charles Heyman, un experto en cuestiones de seguridad, con base en Londres.

«Los polí­ticos deberí­an prestar mucha atención cuando hacen declaraciones de ese tipo (…), esas declaraciones son un verdadero regalo para los terroristas», agrega.

Pero la masacre no modificará el calendario de retiro de las tropas estadounidenses. «Pienso que todas las fuerzas polí­ticas iraquí­es saben que los norteamericanos se marcharán», dice Heyman.