Había una vez un mono cuyo oficio era ser escritor, y decididamente se propuso hacer crítica constructiva en los periódicos, amparado por la libre expresión del pensamiento y porque anhelaba comentar los defectos y las malas costumbres de los animales de la selva. Un día se le ocurrió escribir un enjundioso artículo alegórico a la corrupción y malos hábitos de las urracas, la inmoralidad de algunos lobos y el acostumbrado oportunismo de ciertas cabras, que pese a todo, siempre tiran al monte.
La mayoría de los animales de la selva, aparentó no sentirse aludida y hasta algunos hicieron caso omiso del comentario del mono, aunque en el fondo, uno que otro miembro de la fauna se miraba con el rabo del ojo, como dando a entender que más de alguno se sentía aludido en el artículo.
Todo hubiera quedado en el olvido, pero la opinión del mono fue a parar a las manos de uno de los irónicos sabios del país, quien muy molesto, con crayón rojo no tuvo inconveniente de ejercer su oficio de purista y censor, y la emprendió con cierto sarcasmo en contra del escritor. El mono, sin perder la calma, y asesorado fielmente por el zorro, llegó a la sabia conclusión de que en la selva, existen este tipo de animales que con su actitud avalan la inmoralidad de las urracas, los lobos y las cabras.