Los hombres de este barrio devastado por la desindustrialización sólo pueden esperar vivir en promedio hasta los 53,9 años, según las últimas estadísticas.
En ningún otro barrio de Gran Bretaña o de Europa se registró una esperanza de vida tan baja.
Incluso si es superior, la esperanza de vida promedio de los hombres de Glasgow es, con 70 años, la más baja de Escocia pero también de Gran Bretaña, mientras que las mujeres del barrio de Calton tienen una esperanza de vida de 75 años.
«Tenemos muchos pacientes jóvenes con mala salud. Es habitual ver pacientes de unos teinta o cuarenta años que sufren ataques cardíacos. Tenemos muchos casos de obesidad, diabetes, problemas pulmonares causados por el tabaco», explica el doctor Robert Jamieson, que ejerce desde hace 22 años en esta antigua región en donde antaño florecía la industria textil y metalúrgica.
«En las zonas más favorecidas, hay muchos problemas geriátricos a causa de la cantidad de pacientes que llegan a los ochenta o noventa años. Pero desgraciadamente, muy pocos de nuestros pacientes llegan a esa edad», lamenta el médico.
Evocando el impacto combinado de la pobreza y del desempleo, pero también de la violencia, las drogas, el alcohol, una alimentación desequilibrada, así como la tasa elevada de muertes en Glasgow, Jamieson explica a qué punto es difícil cambiar los comportamientos de riesgo transmitidos de generación en generación.
En esta zona de Glasgow, 38% de los habitantes -en su mayoría descendientes de inmigrantes irlandeses, italianos o de la región de Highlands en Escocia- no tienen ingresos y un 30% de la población activa está desempleada.
Este barrio obrero «era un foco de la revolución industrial, cuna del movimiento laborista» con la industria textil, subraya Patricia Clark, una historiadora local nacida en el barrio.
«Luego las fábricas metalúrgicas llegaron», señala. Pero desde los años 1980 «el cambio es increíble, todas las fábricas desaparecieron prácticamente», añade.
Para luchar contra la gran mortalidad, las autoridades escocesas lanzaron proyectos de rehabilitación urbana y crearon el Centro de Glasgow para la salud pública. Comparando el oeste de Escocia con otras zonas post industriales de Europa, como la de Nord-Pas-de-Calais, en el norte de Francia, o la Rurh, en el este de Alemania, los investigadores de este centro identificaron lo que llamaron un «efecto Glasgow».
«Utilizamos este término por el hecho de que la salud en Escocia es sensiblemente peor a lo que podríamos esperar» en otros lados para un mismo nivel de pobreza y de dificultades sociales, en comparación, entre otros, con Inglaterra, explicó David Walsh, responsable del programa de salud pública.
Pero estos investigadores no lograron aun determinar las causas precisas de esta sobremortalidad ni encontraron un remedio.
Mientras, la desigualdad en los ingresos y en la salud continúa aumentando.
«La quinta parte más pobre de la población vio su esperanza de vida bajar en los últimos 20 años», observa David Walsh.