A la edad de cuarenta años, en plena producción periodística y literaria, cuando todo era regocijo de sueños y proyectos futuros, moría en esta capital un 17 de octubre de 1902, el brillante joven escritor, Augustín Mencos Franco. A Mencos Franco se le reprocha deliberadamente ser un corifeo y simpatizante del partido conservador, en los tiempos en que gobernaban en este país, las huestes liberales. Pero también se le critica haber escrito una novela histórica con el título de «Don Juan Núñez García», en una época en que estaba en boga la doctrina del realismo, aunque el autor de esta novela estaba al tanto de ello por sus copiosas lecturas. Esta novela fue publicada en 1898, y según el crítico literario norteamericano Seymour Menton, esta obra de Mencos Franco, en comparación con las novelas históricas de José Milla, tiene más características históricas que novelescas, pues hay menos tramoya novelesca y no hay tanto suspenso como en las novelas de Milla. El tema histórico de «Don Juan Núñez García», es la rebelión de los indios de Chiapas a principios del siglo XVIII.
El prolífico escritor nunca tuvo empacho en afirmar que si había escrito esa novela con argumentos históricos, era porque le «daba la gana», y porque era amena la disposición al estudio de la historia patria, y también porque quería enseñarle al pueblo algo de lo que hacían, pensaban y sentían las gentes del pasado. Refería el joven escritor, que el objeto de escribir la novela era para dar a conocer al público en forma amena y literaria, algunos sucesos importantes de la colonia que de un modo confuso y desorientado y en un lenguaje inculto y vulgar, referían los antiguos cronistas y viejos manuscritos.
Nosotros hemos leído con cierto deleite y amenidad, esta novela de Mencos Franco, y hemos leído también alguna crítica de ciertos especialistas literarios que coinciden con Seymour Menton en que esta novela atestigua la perduración anacrónica del romanticismo en Guatemala, y que se lee con mucho interés. Ya en aquellos tiempos, alguien había dicho que Augustín Mencos Franco, antípoda de otro gran escritor liberal, Ramón A. Salazar, era el Marcelino Menéndez y Pelayo de nuestro país, a lo mejor por su numen literario y crítico de gran relieve.