«Le suplicamos (al patrono) la gracia de iluminar y mover a los legisladores de Estados Unidos para que promulguen una reforma migratoria integral que beneficie a todos», exclamó al final de la procesión el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar.
En Estados Unidos, miles de salvadoreños viven en forma ilegal a la espera de una ley que les permita regularizar su situación y seguir enviando remesas a sus familiares en este país centroamericano.
Escobar encabezó los actos litúrgicos -en vísperas de la celebración del Divino Salvador- en la basilica del Sagrado Corazón, en un sector céntrico de la capital, y luego se inició la procesión que concluyó ante la fachada de la catedral capitalina.
Por su parte, el obispo auxiliar capitalino Gregorio Rosa Chávez se refirió a los males que aquejan a los salvadoreños.
«Al azote permanente de la violencia homicida han venido a sumarse los estragos causados en la población salvadoreña por el virus de la influenza A (H1N1) por eso muchos niños y ancianos que acudían a esta cita se han quedado en casa», comentó Rosa Chávez.
El Salvador registra a diario un promedio de doce homicidios, mientras que la influenza o gripe porcina acumula 12 defunciones y más de 600 pacientes con la enfermedad.
Frente a la catedral, un religioso dio lectura al pasaje bíblico que conmemora el acto que tuvo lugar en el monte Tabor, cuando Jesús seleccionó a tres de sus díscipulos (Pedro, Santiago y Juan) para que atestiguaran su transfiguración.
Para acompañar el emblemático acto religioso -conocido como la bajada- la alcaldía de San Salvador iluminó la cúpula de la catedral.
Los festejos que se iniciaron el pasado 1º de agosto, en la parte religiosa concluyen el jueves con una misa oficiada por todos los obispos del país en la catedral capitalina.