El sábado 1 de agosto en una entrevista que le hicieron al escritor y antropólogo Estuardo Zapeta en el noticiero Telecentro, demostró con abundancia de detalles que conoce el problema de Guatemala y de sus posibles soluciones, mucho más que la infinidad de miembros de las Naciones Unidas que vienen a turistear a Guatemala.
Hace como un año también se publicó en un medio escrito que un maestro del altiplano tenía un método curioso de enseñar a leer, que hasta las madres aprendían de estar oyendo al niño, lo cual lo hacía interesante y digno de un estudio para determinar si se ponía en práctica a nivel nacional. No hubo respuesta y a la semana vino alguien de Cuba, y hasta conferencia de prensa dio la Ministra de Educación.
Después de ver esa novedosa forma de enseñar a leer, dije una expresión que no la voy a repetir en la forma que la expresé, pues para muchos podría tomarse como racista, pero más o menos decía así: «Lástima que esta forma ingeniosa de leer la creó un guatemalteco, ya que si la hubiera propuesto un extranjero, hubiera sido la sensación».
De igual forma me expresé anoche cuando vi por televisión las explicaciones de don Estuardo Zapeta, pues me hiere ver que cuando un guatemalteco propone algo, ni coco le ponen.
Talvez por lo que me afecta ese desaire a lo nacional,  es que creo haberlo sufrido en carne propia, pues desde hace años yo he propugnado por que la ley «no castigue a hechor y consentidor por igual» para darle oportunidad al consentidor que denuncie, pero ni siquiera me lo han publicado y mucho menos darle alguna consideración.
Ahora viene don Castresana de la CICIG y le propone algo parecido, ah… eso es una idea brillante digna de paralizar cualquier cosa en el Congreso para que se apruebe la ley. Esta observación de mi parte me parece hasta egoísta, ya que  talvez debiera decir como he dicho en otras oportunidades, «no importa quién se lleve los aplausos, pero lo importante es que se haga» y sigamos adelante.
Por eso es que digo que las explicaciones del problema que dio don Estuardo Zapeta, pasarán de su privilegiada forma de ver las cosas al saco roto, pero que no venga un extranjero a decir lo mismo, porque hasta se nos caería la baba de oírlo.