«Doce personas perdieron la vida en esa explosión (…). Entre los muertos figuran dos policías», indicó el portavoz de la policía Esmatulá Alizai a los periodistas.
«Aquí hemos recibido a 29 heridos y hay 12 cadáveres en el hospital. El estado de algunos heridos es muy grave», indicó a la AFP el doctor Barakatulá Mohamadi, que trabaja en el hospital de la ciudad.
Este ataque, que durante la mañana todavía no había sido reivindicado, tuvo lugar cuando faltan menos de tres semanas para las elecciones presidenciales y provinciales del 20 de agosto.
La explosión fue provocada por una bomba colocada dentro de un cubo de basura al borde de la carretera, precisó Alizai.
«La bomba estalló al paso de un convoy de la policía», agregó el portavoz. Un corresponsal de la AFP en el lugar indicó que oyó una «explosión enorme», seguida de «disparos efectuados por la policía».
En el lugar del atentado se podían observar «importantes daños», «coches de policía y taxis dañados y con los conductores aparentemente sin vida», «motos y bicicletas cuyos propietarios han muerto o están heridos, según dice la policía», «zapatos infantiles y burqas de niñas» por el suelo, añadió.
La violencia en Afganistán alcanzó en las últimas semanas niveles sin precedentes desde que los talibanes fueron expulsados del poder a fines de 2001 por una coalición internacional dirigida por Estados Unidos.
La ola de violencia intensificó los temores de que los insurgentes lancen una ofensiva durante el proceso electoral lo que podría afectar la participación de los electores en los comicios.
Los talibanes exhortaron a la población a boicotear las elecciones y a tomar las armas contra «los invasores» extranjeros.
Durante las últimas semanas llevaron a cabo numerosos ataques, varios de ellos con bomba, contra las fuerzas afganas y sus aliados de las fuerzas extranjeras (la fuerza de la OTAN y la coalición dirigida por Estados Unidos), que a su vez intensificaron sus operaciones contra los bastiones rebeldes.
Setenta y cinco soldados extranjeros murieron el mes pasado, en su mayor parte en ataques, de acuerdo con el sitio web independiente www.icasualties.org, por lo que julio fue el mes más mortífero para las tropas foráneas desde la invasión liderada por Estados Unidos.
Esta tendencia continúa en agosto, con nueve soldados extranjeros (seis norteamericanos, dos canadienses y un francés) muertos el sábado y el domingo.
Sin embargo, los civiles afganos siguen siendo las principales víctimas del conflicto. Más de 1.000 civiles murieron en diversos actos de violencia durante los seis primeros meses del año en el país, 24% más que durante el mismo período de 2008, según la ONU.
La ola de violencia preocupa a muchos de los 42 países que contribuyen con los aproximadamente 100.000 efectivos de las fuerzas de la OTAN y las comandadas por Estados Unidos en Afganistán, con las que cuenta el gobierno del presidente Hamid Karzai para garantizar la seguridad.