A Zelaya le falló el frente interno


A más de un mes del golpe de Estado que le apartó del poder, es evidente que Manuel Zelaya contó con el más contundente apoyo internacional que se haya visto como respuesta a un golpe militar, pero a pesar de ello no ha podido restablecer el orden constitucional alterado y ello es consecuencia directa de que así­ como ha sido de masivo el apoyo externo, ha sido de débil el respaldo de la población hondureña y eso es lo que mantiene al señor Roberto Micheletti en el poder de facto.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Es indudable que el caso de Honduras ha provocado enorme interés y atención continental porque se entiende que en ese paí­s se está decidiendo mucho del futuro de la democracia en nuestros paí­ses. La reacción unánime del sistema interamericano para condenar el golpe y las gestiones realizadas tanto a nivel multilateral como individualmente por cada uno de los paí­ses que tienen relación con Honduras es un reflejo de la preocupación que genera en los gobiernos ese manotazo que, como ocurrió en el siglo pasado, puede abrir la puerta a una corriente de retroceso respecto a los avances mostrados por América Latina en el esfuerzo por construir democracia.

El antecedente más reciente fue el de Venezuela, donde un cuartelazo apartó a Chávez de la presidencia y los militares golpistas lo apresaron en uno de los cuarteles, pero dentro de las mismas fuerzas armadas se dieron fisuras que al final provocaron el fracaso de la intentona golpista. En Honduras, sin embargo, el Ejército se ha mantenido unido y a eso se suma la actitud de buena parte de las fuerzas sociales que ya estaban enfrentadas a Zelaya.

Desde el punto de vista de la defensa del sistema democrático tiene que causar gran preocupación la forma en que el gobierno de facto que encabeza Micheletti se ha logrado consolidar y afianzar, desafiando a toda la comunidad internacional que ha amenazado con sanciones pero no logra ningún resultado efectivo. Es más, la participación más directa que se tuvo, que fue la mediación de í“scar Arias en Costa Rica, terminó siendo un revés para Zelaya porque al dialogar con los golpistas comprometió seriamente su posición, especialmente porque el tiempo está en su contra y quien pierde en la medida en que se postergue una decisión es el presidente depuesto.

Imposible desde afuera hacer una evaluación objetiva del nivel de respaldo que pueda tener Zelaya y del que pueda tener el gobierno de Micheletti, pero no cabe la menor duda del nivel de control que tiene el régimen de facto a pesar del repudio internacional que ha tenido que enfrentar.

Eso coloca a la OEA y a la comunidad internacional en una situación realmente incómoda porque el fracaso de sus gestiones puede ser un aliento para los numerosos enemigos que tiene la democracia en varios paí­ses latinoamericanos con larga tradición de dictaduras y gobiernos militares. Conforme pasan los dí­as, la protesta se va engí¼erando y las perspectivas del presidente Zelaya de retomar el poder se esfuman, con lo que se compromete seriamente al sistema interamericano y su eficacia para defender la democracia.