La esposa de Zelaya, Xiomara Castro, sus hijos Hortensia (Pichu, de 24 años) y José Manuel (20), además de la madre del mandatario (Hortensia Rosales) y su suegra (Olga Doris Sarmiento), partieron desde la capital en dos vehículos todoterreno ayer en la mañana hacia Las Manos, en la frontera entre Honduras y Nicaragua.
Aunque el trayecto de 100 kilómetros desde Tegucigalpa cualquier automóvil puede hacerlo en unas dos horas, ellos viajaron tres días sin llegar adonde iban.
«Son situaciones que nunca hubiéramos imaginado», dijo Xiomara Castro, mientras esperaba frente a un retén militar en La Calera, en el municipio de Jacaleapa, a unos 80 kilómetros de Tegucigalpa, que los soldados los dejaran avanzar hacia la frontera a reunirse con su marido.
Mientras los vehículos de la familia de Zelaya avanzaban por la ruta hacia Las Manos, el gobernante de facto Roberto Micheletti impuso un toque de queda en la zona limítrofe, inicialmente por 18 horas, pero luego extendido a 54 horas.
Aunque en cuatro retenes militares los dejaron seguir, luego los vehículos de la familia fueron impedidos de continuar por los soldados, relató «Pichu» Zelaya.
La primera dama no ve a su marido desde la madrugada del domingo 28 de junio, hace justo cuatro semanas, cuando militares armados lo sacaron de su cama y lo subieron a un avión en el que llegó exiliado a Costa Rica.
El gobierno de facto ofreció el sábado una aeronave para llevar a la mujer de Zelaya a Nicaragua, pero ella rechazó la oferta alegando que era un intento de echarla del país, como a su marido.
En Jacaleapa, a unos 20 kilómetros de la frontera, los lugareños ofrecieron dos cuartos de una casa para que descanse la familia de Zelaya, mientras decenas de seguidores y amigos la acompañan para protegerla.
«Llevamos como 50 horas esperando que nos abran el paso. Nos dijeron que eran órdenes estrictas de Micheletti» no dejarnos avanzar, dijo Pichu Zelaya.
El sábado al anochecer, un piquete de soldados instaló otro retén en la zona de La Calera, lo que en la práctica dejó a la familia de Zelaya encerrada entre dos barreras de soldados fuertemente armados, dijo la hija del mandatario.
«Temíamos que nos estuvieran arrinconando, encajonando, pero la gente nos vino a sacar y nos llevaron a estos dos cuartos (de una casa del pueblo) y allí se instaló el pueblo afuera dándonos seguridad», contó Pichu Zelaya.
La joven estudiaba comunicaciones en la universidad, pero suspendió sus estudios cuando su padre asumió el poder el 27 de enero de 2006 para trabajar con él, sin cobrar sueldo, en programas sociales destinados a los jóvenes hondureños.
Para impedir que los vehículos militares se acerquen a la familia de Zelaya, sus seguidores atravesaron este domingo una decena de vehículos en la ruta, mientras nadie parece saber cuándo terminará la crisis política hondureña, ni cuándo el mandatario derrocado podrá abrazar a sus seres queridos.