El recién pasado fin de semana pude culminar con alegría mi interrumpido y accidentado viaje a Honduras, que había programado casualmente -y sin tener la más mínima idea de lo que estaba por suceder- una semana después de la crisis institucional en la cual está estancado el hermano país centroamericano.
Como suelo hacerlo siempre cuando conozco un país distinto al de mi terruño, suelo comparar entre ambos ya sea consciente o inconscientemente a las personas, las carreteras, los aeropuertos, las calles, los restaurantes, los bares, los bolos y hasta los chuchos! Y por supuesto, trato de platicar con la gente de los problemas que los aquejan, y en general de la situación política que se vive; Honduras no podía ser la excepción.
Conversé con varias personas de distintos estratos sociales, y la percepción que me llevé es que, si bien es cierto no todos están de acuerdo con la forma en que fue defenestrado hacia el ostracismo el señor Manuel Zelaya, la gran mayoría está de acuerdo con que no siga ejerciendo la función presidencial que constitucionalmente le corresponde.
Obviamente el muestreo en el cual me baso son diez o quince personas con las que tuve la posibilidad de platicar, pero entre ellas obreros, comerciantes, estudiantes universitarios y gente de avanzada edad que de una u otra forma son representativos de la sociedad civil. La vida no parece tan distinta comparada con lo acontecido antes del «Golpe» y el ambiente realmente es tranquilo; quizás entre los jóvenes lo más apremiante para ellos sea el denominado «toque de queda», que les restringe sus salidas nocturnas, para los comerciantes y demás personas lo más apremiante son las graves consecuencias que provocó la abrupta salida de Zelaya a partir de los bloqueos y sanciones internacionales.
La gente clama para que los negocios vuelvan a vender lo que vendían antes, para que los turistas vuelvan a visitar el país, y principalmente clama para que cese el hostigamiento hacia su país y por la pronta solución de la crisis.
A criterio personal Honduras no podrá soportar ni económica ni financieramente por mucho tiempo más esta situación; como única solución a la crisis veo imperiosa la necesidad de que regrese Zelaya, pero con la obligación de convocar a unas elecciones maratónicas sin posibilidad de reelección en un plazo que no exceda de un mes a partir de su regreso.
Post Scriptum. Me gustó San Pedro Sula -lugar que no conocía- por lo corto de sus distancias, por la sencillez de su gente y la vida mundana con que se vive el día a día; sin embargo, sostengo tajantemente que somos realmente privilegiados por vivir en el país en que vivimos.