Antes de entrar en materia, quiero insistir en que tanto el Gobierno como el pueblo de Guatemala tenemos la obligación de intensificar nuestros esfuerzos por revertir el golpe de Estado en Honduras y restituir a Manuel Zelaya como legítimo Presidente de dicho país.
Es tiempo de abordar otros temas urgentes. Pese a que un asesor estadounidense acaba de afirmar en México que la reforma migratoria está lejana todavía, no hace mucho el Presidente Obama indicó la urgencia de modificar la Ley de Inmigración, porque ha dejado de ser funcional. Asignó al Senador Schumer la responsabilidad de producir una propuesta para la primera mitad de septiembre de 2009. Este plazo es crucial, porque lo que se proponga en esa fecha difícilmente podrá ser mejorado.
Así, pareció adecuado que el Gobierno de Guatemala programara una mesa de trabajo en Estados Unidos con líderes de organizaciones de migrantes. Lamentablemente la reunión pecó de falta de representatividad, transparencia y eficacia. Por ese motivo, dos redes guatemaltecas, Conguate y la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG), solicitaron que, en vez de realizar apresuradamente la reunión el 24 y 25 de julio, en Chicago, la misma se realizara a principios de agosto. Acostumbrado a no dialogar, el gobierno mantuvo la fecha y las dos redes se abstuvieron de asistir. No obstante, nos encontramos terminando un documento base de análisis de lo que la reforma migratoria puede ser y con propuesta de qué conviene a Guatemala plantear, ya sea independientemente o en asociación con otros países, el cual se presentará oportunamente.
La reunión de Chicago produjo algunos resultados positivos, al expresarse preocupaciones sentidas de los migrantes guatemaltecos, haberse definido actividades para promover los cambios necesarios y haberse formado un equipo de trabajo para el cabildeo; pero hay mucho más por agregar, al no haberse analizado a fondo los intereses de Estados Unidos al realizar la reforma migratoria ni los elementos fundamentales que interesan a nuestro país. No se analizaron, por ejemplo, los siete principios fundamentales que Schumer ya planteó: no a la inmigración «ilegal»; mayor control de las fronteras; verificación del migrante con datos biométricos; inscripción obligatoria de todos los indocumentados; reunificación familiar como piedra angular; captación de cerebros y talentos; y reemplazar el flujo de indocumentados no calificados con migrantes documentados en base a necesidades económicas de Estados Unidos. Nos corresponde analizar como el desarrollo de esos principios respeta o no la condición humana de la migración.
Nos queda mucho por hacer y lo tenemos que hacer como conjunto, Estado y sociedad civil, incluidos los migrantes, y unidos a otros pueblos. Para ello, corresponde a nuestro gobierno ser más incluyente, más transparente y más capaz y eficaz. Quienes no estuvimos en Chicago tenemos aportes que hacer y estamos dispuestos a sumar nuestros esfuerzos; pero necesitamos que, finalmente, las cosas se hagan bien y no en función de intereses creados. Tenemos que contribuir a humanizar la política migratoria de Estados Unidos y eso requiere políticas de Guatemala que gocen de verdadero respaldo.