Es innegable el efecto que los medios de comunicación social, en cualquiera de sus expresiones, tienen en el inconsciente colectivo. En gran medida, la percepción que la ciudadanía tiene de la realidad en que vivimos es producto del bombardeo noticioso que todos los días genera la industria noticiosa y publicitaria.
Organización Cívica Guatemalteca OCG
No se trata de calificar eso de malo o bueno sino señalar que, en gran medida, los medios determinan, como algo inevitable e inherente a su naturaleza, una visión introspectiva y colectiva de lo que pasa, y más aún, de lo que nos pasa como seres humanos integrados al conglomerado que conformamos y compartimos este espacio vital social llamado ciudad.
Hoy en día podría decirse que estamos a merced de los estímulos que provocan los medios, mediante los cuales se construyen modelos de vida individual y grupal, incitándonos a buscar y encontrar fuera de nosotros la explicación existencial al que somos y porque estamos en este mundo. Los contenidos publicitarios son en ese sentido estratégicos. Esto no es ni malo ni bueno, así es.
El poderoso efecto psicosocial multiplicador de los medios está demostrado por episodios históricos lamentables como el que desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Muy bien comprobó Hitler y sus colaboradores para qué pueden ser útiles los procesos intensivos y masivos de comunicación en un inconsciente colectivo ya citado.
Pero el poder de los medios puede ser puesto al servicio de causas nobles, como podría ser en nuestras actuales circunstancias identificar nichos de fortalezas ciudadanas de la conducta colectiva, que orientada hacia valores y conductas cívicas, provoquen una toma de conciencia personal que nos haga reparar en que como individuos, podemos o no contribuir y cambiar el estado de vida social en el cual estamos inmersos. Algo en apariencia intrascendente como la cortesía y los buenos modales en el trato con quienes nos relacionamos en las actividades más ordinarias, en la casa, la vía pública o en los centros de trabajo, posiblemente nos permitan vivir experiencias interesantes de lo cotidiano.
A lo mejor los medios pueden hacer algo, o mucho, por ayudarnos a recordar que, a pesar de la violencia y la delincuencia, la crisis económica, la influenza, la pobreza y los males sociales en general, seguimos siendo humanos, lo cual significa contar con reservar morales y espirituales que contrarresten la neurosis colectiva. No se trata de negar la realidad de los hechos negativos que nos afectan, sino descubrir que, a lo mejor, no todo está perdido, si podemos cambiar las cosas a partir de la iniciativa personal de ser mejor persona, mejor ciudadano, en lo común y corriente que nos ofrece el diario vivir. Visite la página de la Asociación en www.ocgt.org