Comportamiento, civismo y comunicación


Es innegable el efecto que los medios de comunicación social, en cualquiera de sus expresiones, tienen en el inconsciente colectivo. En gran medida, la percepción que la ciudadaní­a tiene de la realidad en que vivimos es producto del bombardeo noticioso que todos los dí­as genera la industria noticiosa y publicitaria.

Periodista Javier Hernández O., Secretario General Adjunto
Organización Cí­vica Guatemalteca OCG

No se trata de calificar eso de malo o bueno sino señalar que, en gran medida, los medios determinan, como algo inevitable e inherente a su naturaleza, una visión introspectiva y colectiva de lo que pasa, y más aún, de lo que nos pasa como seres humanos integrados al conglomerado que conformamos y compartimos este espacio vital social llamado ciudad.

Hoy en dí­a podrí­a decirse que estamos a merced de los estí­mulos que provocan los medios, mediante los cuales se construyen modelos de vida individual y grupal, incitándonos a buscar y encontrar fuera de nosotros la explicación existencial al que somos y porque estamos en este mundo. Los contenidos publicitarios son en ese sentido estratégicos. Esto no es ni malo ni bueno, así­ es.

El poderoso efecto psicosocial multiplicador de los medios está demostrado por episodios históricos lamentables como el que desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Muy bien comprobó Hitler y sus colaboradores para qué pueden ser útiles los procesos intensivos y masivos de comunicación en un inconsciente colectivo ya citado.

Pero el poder de los medios puede ser puesto al servicio de causas nobles, como podrí­a ser en nuestras actuales circunstancias identificar nichos de fortalezas ciudadanas de la conducta colectiva, que orientada hacia valores y conductas cí­vicas, provoquen una toma de conciencia personal que nos haga reparar en que como individuos, podemos o no contribuir y cambiar el estado de vida social en el cual estamos inmersos. Algo en apariencia intrascendente como la cortesí­a y los buenos modales en el trato con quienes nos relacionamos en las actividades más ordinarias, en la casa, la ví­a pública o en los centros de trabajo, posiblemente nos permitan vivir experiencias interesantes de lo cotidiano.

A lo mejor los medios pueden hacer algo, o mucho, por ayudarnos a recordar que, a pesar de la violencia y la delincuencia, la crisis económica, la influenza, la pobreza y los males sociales en general, seguimos siendo humanos, lo cual significa contar con reservar morales y espirituales que contrarresten la neurosis colectiva. No se trata de negar la realidad de los hechos negativos que nos afectan, sino descubrir que, a lo mejor, no todo está perdido, si podemos cambiar las cosas a partir de la iniciativa personal de ser mejor persona, mejor ciudadano, en lo común y corriente que nos ofrece el diario vivir. Visite la página de la Asociación en www.ocgt.org