Banderas estadounidenses flameaban a media asta en todo el país hoy en honor al extinto ex presidente Gerald Ford, mientras avanzaban los preparativos para el funeral de Estado del hombre que sacó a Estados Unidos de sus horas de mayor oscuridad política luego del escándalo Watergate.
Ford, quien en 1974 se convirtió en el 38 presidente de Estados Unidos al reemplazar al renunciado Richard Nixon, murió tranquilamente el martes en su hogar en Rancho Mirage, en el sur de California (oeste), informó su familia. Tenía 93 años y no se divulgó la causa de su deceso.
Los 896 días de la presidencia de Ford son recordados por el perdón que concedió a Nixon por su papel en el escándalo de Watergate, pocas semanas después de asumir el poder. El perdón provocó muestras de ira y probablemente le costaron las elecciones presidenciales en 1976, ganadas por el demócrata Jimmy Carter.
Las autoridades federales anunciaron cinco días de servicios fúnebres en honor a Ford, que comienzan este viernes con una ceremonia en California.
El féretro de Ford será llevado después en avión a Washington para un funeral de Estado en el Congreso estadounidense el sábado.
El féretro permanecerá durante dos días para que el público lo visite en la Rotonda del Congreso, antes de una ceremonia en la Catedral Nacional el martes.
Los restos de Ford luego serán llevados al lugar donde vivió durante años, en Grand Rapids, Michigan, para ser sepultados en el Museo Gerald Ford.
El retraído político republicano era un condecorado veterano de la Segunda Guerra Mundial, que sirvió a bordo de un portaaviones en el Pacífico.
Ford era presidente en abril de 1975 cuando los últimos soldados y diplomáticos norteamericanos, junto a partidarios survietnamitas, escaparon en helicópteros desde los techos de la embajada de Estados Unidos en Saigón, lo que marcó el fin de la intervención estadounidense en Vietnam.
Esta experiencia puede haber influido en su desacuerdo con la guerra lanzada por Estados Unidos en Irak: en una entrevista con el diario Washington Post publicada este jueves, Ford dejó claro que discrepaba «muy fuertemente» con las justificaciones del presidente George W. Bush para la invasión.
«No creo que yo hubiese ido a la guerra», dijo Ford al Post en la entrevista realizada en 2004, justo un año después de la invasión dirigida por Estados Unidos que derrocó al gobernante iraquí Saddam Hussein.
La entrevista fue grabada y conservada para ser publicada después de su muerte.
El ex presidente dijo que él habría impulsado más vigorosamente alternativas diferentes a la guerra, tales como sanciones contra el régimen de Saddam.
Ford también era crítico de dos de los principales impulsores de la guerra en Irak: el vicepresidente Richard Cheney — su ex jefe de gabinete en la Casa Blanca — y el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, quien desempeñó el mismo cargo durante su presidencia (1974-1977).
«Rumsfeld y Cheney, y el presidente, cometieron un gran error al justificar ir a la guerra en Irak. Ellos pusieron el énfasis en las armas de destrucción masiva», dijo Ford al Post.
En todas partes del mundo hubo muestras de pesar por la muerte de Ford.
El secretario general saliente de la ONU, Kofi Annan, dijo el miércoles que recordaba a Ford por su «liderazgo, calmada resolución y amplia experiencia (…) durante un periodo particularmente difícil».
El primer ministro británico Tony Blair dijo que Ford sería «extrañado con cariño», mientras que la reina Isabel II estaba «entristecida» por la noticia de su muerte. Por su parte, el presidente francés Jacques Chirac lamentó la muerte de un «gran estadista».
El presidente Bush entregó sus condolencias a la viuda de Ford, Betty, apenas se enteró de su muerte el martes.