Centenares de seguidores del depuesto Manuel «Melito» Zelaya se hallan en albergues, descalzos y sin ropa para cambiarse, tras caminar durante días para cruzar de Honduras a Nicaragua y encontrarse con él.
Muchos padecen afecciones respiratorias, conjuntivitis, diarreas, laceraciones de la piel, llagas en los pies y dolores musculares tras la dura caminata.
«Este es un drama tremendo» dijo el diputado Carlos Reyna, colaborador de Zelaya, asegurando que están tratando de mejorar la organización y la atención de las personas que han cruzado la frontera.
Unas 500 personas -aunque Zelaya estima que son «más de mil»- han logrado llegar en pequeños grupos a Las Manos, en la línea fronteriza con Honduras.
La mayoría fue trasladada a un centro deportivo de Ocotal, a una veintena de km de la frontera en territorio nicaragí¼ense, donde se les proporcionó colchonetas, frazadas, alimentos y atención médica.
La situación «está mejor» pero todavía hay que resolver problemas de ropa y zapatos para muchos que no han podido cambiarse desde que llegaron, recordó Reyna.
La mayoría son personas muy humildes que se arriesgaron a cruzar montes para apoyar la cruzada de Zelaya para recuperar la presidencia. Ahora no tienen recursos ni para ellos ni para la familia que dejaron atrás, con la que sólo se pueden comunicar por teléfono celular, uno de los bienes más preciados.
La atención a los desplazados incluye «unas permanentes pláticas con el presidente» para que sepan lo que está pasando, ya que en Honduras los medios de comunicación no informan sobre la situación interna, afirmó Reyna.
La llegada de Zelaya a los albergues es motivo de gran alborozo de sus seguidores, que le dicen «Melito», se aglomeran a su alrededor para tocarlo o tomarse fotos con él y le cantan arreglos de música alusiva a su intento de retornar al poder.
La relación es casi fraternal y la presencia de periodistas es un estorbo para sus seguidores que disputan el espacio a empellones para acercarse al «presidente».
El golpe de Estado ha despertado en el pueblo de Honduras «este gran sentimiento y deseo de participar en algo más grande. Cuando una persona se sale de su casa y se va un mes entero y se viene por la montaña, ahí hay algo que sólo se puede entender como el despertar de la conciencia de un pueblo», comentó Reyna.
Tras varios días sin trabajar, algunos planean regresar a Honduras pese a que consideran que están en riesgo por los militares que cuidan las fronteras y puntos ciegos por donde ingresaron.
«Si no regreso pierdo mi trabajo (…) pero voy (a Honduras), trabajo miércoles, jueves y viernes y regreso», dijo una muchacha que trabaja en el gobierno y no quiso identificarse por temor a represalias.
La diputada Silvia Ayala, del partido Unificación Democrática, declaró que un grupo de personas se están preparando para regresar a Honduras, pese al riesgo de ser detenidas aunque no tengan acusaciones de la justicia.
Sus hijos y su madre se fueron a otro país, mientras su padre continúa en Honduras. Un hermano fue arrestado, en el Paraíso, al otro lado de la frontera hondureña, cuando viajaba con ella hacia Nicaragua, dijo la legisladora.
Zelaya fue sacado del poder por un golpe de Estado el 28 de junio, cuando intentaba realizar una consulta con el fin de cambiar la Constitución para poder ser reelecto. Dicha consulta había sido declarada ilegal por la Justicia y el Congreso.