El otro paí­s del tango


Los pasos del tango giran en torno a la manera de estar cerca con la otra persona y aunque tuvo un periodo de decadencia, resurgió en los años 80.

A miles de kilómetros de Buenos Aires, donde el tango nació, Finlandia alberga una legión de aficionados a esta música romántica sudamericana que todos los meses de julio participan en un gran festival para celebrar la versión nórdica.


Bajo el sol de medianoche, a mediados de julio, unos 100.000 finlandeses participaron en la edición 2009 del Tangomarkkinat («el mercado del tango») que se llevó a cabo durante cuatro dí­as en la calle principal de la ciudad en Seinajoki (a 360 km de Helsinki).

Los finlandeses, que tienen fama de ser reservados y taciturnos, encuentran en el tango una manera de romper el hielo, de sacar a flote su lado latino.

«El tango es la danza más bella del mundo. Todo gira en torno al sentimiento y a la manera de estar cerca de otra persona», explica Arto Puisto, quien viene por primera vez al festival.

«Estoy aquí­ para escuchar música, pero también para conocer gente», añade Paivi Kuntsi, quien disfruta de los rayos del sol en la plaza del mercado.

El tango comenzó a ser popular en Finlandia después de la Segunda Guerra Mundial, cuando era cantado y bailado en numerosas milongas organizadas cerca de los bucólicos lagos finlandeses, una edad de oro que culminó en los años 60.

Tras un periodo de decadencia que tuvo que ver con la llegada del rock and roll y de la música pop a fines de los años 60 y en los años 70, el tango volvió a resurgir en los años 80, con la primera edición del Tangomarkinnat en 1985.

Comparado a su hermano mayor argentino, el tango finlandés es más lento y sus textos evocan con frecuencia los cuentos de la naturaleza y del campo finlandés.

Pero no todos los que participan en el Tangomarkinnat dominan el ritmo y los pasos algunas veces complicados del tango, contentándose con acompañar la música cantando.

En uno de los numerosos karaokés organizados durante el festival, Juko Rauhko, un sólido cuadragenario, canta en finlandés para su mujer Nina Glisberg.

«Siempre escojo canciones que me sé de memoria. De lo contrario no harí­a más que leer la letra y no podrí­a poner toda mi alma en la canción», explica después de su presentación.

Seinajoki sirve también de trampolí­n a los jóvenes talentos de la canción finlandesa, como Amadeus Lundberg, de 20 años, quien ganó este año el concurso de tango.

«Todo lo que le puedo decir es que esto es un sueño. Aún no me lo creo», dice.

Para Pirko Kukkonen, investigador de la Universidad de Helsinki, el amor de los finlandeses por el tango viene de su naturaleza melancólica y de su adoración por el verano.

«Son cuentos de hadas para adultos, que desean escuchar las mismas historias una y otra vez», dice.

«La fuerza del tango finlandés es que es melancólico pero lleno de esperanzas. El verano regresa cada año», resume Kukkonen.

Sin embargo el tango finlandés es una excepción en peligro, ya que no es muy popular entre la joven generación.

«Dentro de 20 años el tango comenzará a desaparecer» en Finlandia, deplora Pekka Gronow, experta en música popular finlandesa.

«Si no existiese el festival, el tango habrí­a desaparecido ya, por lo menos hace diez años», asegura.