Numerosas personas heridas tras la explosión de un oleoducto en Lagos, que causó 269 muertos y dejó cientos de quemados a raíz de un acto de saqueo, se esconden por temor a la policía y a la justicia nigerianas, dijo hoy un portavoz de la Cruz Roja nigeriana.
«La cifra exacta de víctimas podría no conocerse ya que muchos prefieren esconderse y otras personas podrían sucumbir a sus heridas», declaró el secretario ejecutivo de la Cruz Roja de Nigeria, Abiodun Orebiyi.
La Cruz Roja anunció que había enviado voluntarios para tratar de localizar a los heridos que se esconden y trasladarlos al hospital.
Al menos 269 personas perecieron en Lagos en el incendio de un oleoducto que era saqueado ayer, indicó hoy el portavoz de la Cruz Roja nigeriana.
«A las 18:00 locales (17:00 GMT) de ayer habíamos contado, uno tras otro, 269 cuerpos, mientras que otras 65 personas fueron transportadas al hospital», dijo la fuente.
La Nigerian National Petroleum Corporation (Compañía Nacional Petrolera de Nigeria) propietaria del oleoducto destruido por las llamas en el barrio popular de Abule Egba, al norte de la capital económica nigeriana, indicó por su parte que el último balance de víctimas del incendio era de «200 a 250 personas».
Socorristas nigerianos trabajaban hoy esparciendo productos químicos desinfectantes en los lugares de la explosión del oleoducto.
Los cuerpos carbonizados y petrificados por la explosión de Abule Egba, al norte de Lagos, fueron evacuados, pero aún quedaban en el lugar pedazos de cuerpos y de carne, constató un periodista.
«Nuestra preocupación ahora es evitar las enfermedades y las contaminaciones» a causa de la putrefacción, explicó uno de los socorristas, Ayo Alaba George.
La Cruz Roja sigue el recuento de los heridos y quemados, que podrían ser entre 60 y 300. Para este trabajo de recuento fueron enviados voluntarios a las clínicas y hospitales privados.
Según los habitantes de Abule Egba, el barrio afectado por la explosión, el oleoducto fue saqueado por ladrones profesionales. El fuego se desató sólo unas horas después, cuando grupos de particulares comenzaron a llegar con simples recipientes y bidones para robar pequeñas cantidades de combustible.