Planean atribuir más recursos para reforzar reservas


El Fondo Monetario Internacional anunció ayer que su dirección propone la atribución de 250 mil millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG), su unidad de contabilidad, a sus Estados miembros, que podrí­an ser usados como reservas internacionales.


Esta propuesta debe ser aprobada por el Consejo de Administración del organismo internacional, compuesto por representantes de 25 paí­ses -o grupos de paí­ses- antes de hacerse efectiva.

El total de DEG a disposición de los 186 Estados miembros del Fondo se multiplicarí­a así­ por más de ocho, pasando de cerca de 33 mil millones de dólares a 283 mil millones, precisa el organismo en un comunicado.

El director gerente del FMI Dominique Strauss-Kahn se congratuló de este «ejemplo de primera importancia de una reacción monetaria cooperativa a la crisis financiera mundial».

El principio de la operación fue objeto de un acuerdo entre los paí­ses ricos y emergentes del G20 durante la cumbre de Londres en abril. Consistirí­a de hecho en crear moneda, sin que haya una distribución fí­sica de dinero de los paí­ses ricos hacia los pobres.

Los DEG eventualmente aprobados «serán contabilizados como activos de reserva, actuando como un colchón de liquidez a bajo costo para los paí­ses con bajos recursos y mercados emergentes, reduciendo la necesidad de constituir reservas excesivas», explica el FMI.

En efecto, cada Estado miembro puede «decidir vender parte o la totalidad de lo que tiene atribuido a otros Estados miembro a cambio de moneda real, por ejemplo para satisfacer sus necesidades de balanza de pagos», agrega el Fondo.

Por el contrario «otros miembros podrí­an comprar más DEG, con el objetivo de incrementar sus reservas», según el Fondo.

Un Estado que decida vender DEG deberí­a pagar una tasa de interés, quedando en situación de deuda con el Fondo y un Estado que compre DEG recibirí­a intereses, al estar en excedente con el Fondo.

Puesto que la distribución se harí­a en función de la cuota parte de cada Estado miembro del FMI, que a su vez depende «globalmente de su tamaño relativo en la economí­a mundial», los paí­ses ricos serí­an los primeros beneficiarios de la medida.

El Fondo indicó que el equivalente a «cerca de 100.000 millones de dólares» deberí­a ir hacia los paí­ses emergentes y pobres, de los cuales 18.000 millones a los paí­ses pobres precisamente.

En el otro extremo de la escala, a los tres primeros accionistas del FMI se les atribuirí­a un total de 73.300 millones (de los cuales 42.900 millones a Estados Unidos, 15.400 millones a Japón y 15.000 millones a Alemania).

Los estatutos del FMI prevén en efecto que toda atribución de recursos se realice por este método, considerando que una distribución más favorable a los paí­ses pobres o emergentes «habrí­a exigido una revisión de los estatutos» muy larga y difí­cil, indicó el jefe del Fondo.

El valor de los DEG es determinado diariamente en base a una canasta de cuatro grandes divisas de reserva internacional (dólar, euro, yen y libra).