El presidente depuesto Manuel Zelaya llamó ayer a los hondureños a la «insurrección» para que lo restituyan en el poder, mientras el gobierno de facto de Roberto Micheletti rechazó las «amenazas» prefiriendo acudir el sábado a Costa Rica a negociar con la mediación de Oscar Arias.
«El pueblo hondureño tiene derecho a la insurrección y la insurrección es un derecho legítimo (…) frente a un gobierno usurpador y de militares golpistas», afirmó Zelaya en rueda de prensa en Guatemala, adonde llegó ayer procedente de Nicaragua.
«La huelga, la manifestación, las tomas, la desobediencia civil» son, dijo Zelaya, un «proceso necesario cuando se violenta el orden democrático en un país», antes de exhortar a sus compatriotas a que «mantengan la lucha» hasta que los «golpistas salgan del régimen de facto que han establecido en nuestro país».
El lunes, en Managua, Zelaya había dado un ultimátum a las nuevas autoridades de Tegucigalpa para resolver la crisis política en la próxima reunión de mediación, convocada para este sábado en San José, y restituirlo en el poder, porque de lo contrario considerará «fracasada la negociación» y «procederá con otras medidas», advirtió.
Pero estas amenazas no parecen hacer demasiada mella en el gobierno que dirige Micheletti, quien en la tarde del martes celebró su primer consejo de ministros, después de que portavoces de su gobierno anunciaran que había sido aplazado.
«Nosotros no amenazamos, porque creo que éste es un gobierno constituido donde hay paz social», le respondió a Zelaya el canciller Carlos López, quien recordó que el «gobierno tiene el control completo del territorio».
López aseguró que su gobierno irá a San José este sábado, pero recomendó «cargarse de paciencia en este tipo de negociaciones».
Antes, Micheletti había dado señales de buena voluntad y no descartó reunirse con el propio Zelaya, si éste aceptara.
«í‰l es un ex mandatario del país, un ex amigo mío, y con todo gusto le daría la mano en el momento oportuno si él así lo desea», dijo Micheletti, consciente de que el tiempo juega a su favor.
Así lo ha entendido la canciller de Zelaya, Patricia Rodas, para quien la mediación «está siendo utilizada para dar un respiro a la derecha y al régimen de facto»
Desde Costa Rica, el presidente Arias pidió paciencia a los negociadores.
«Por supuesto que yo entiendo el deseo del presidente Zelaya de regresar (…) lo más pronto posible (al poder en Honduras), pero la experiencia a mí me dice que hay que ser un poco paciente», dijo Arias a periodistas en San José.
«Si no es por medio del diálogo, ¿de qué otra manera se va a poder restablecer al presidente Zelaya?», añadió.
Algo que no parece fácil dado que todos los poderes del Estado de Honduras, así como la Iglesia Católica y buena parte de la población están en contra del regreso de Zelaya al poder.
Tampoco parece que la comunidad internacional, y en particular las entidades financieras, hayan cumplido sus amenazas de cerrarle el grifo al nuevo gobierno de Honduras como manera de presión, a juzgar por los comentarios de la nueva titular de Finanzas, Gabriela Núñez.
«No hemos recibido comunicación de que haya suspensión de fondos externos», dijo, antes de agregar que «hemos tramitado algunos (nuevos créditos) y otros están en proceso».
A medida que los días pasan, se van conociendo algunos pormenores de las circunstancias del golpe, el pasado 28 de junio.
El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Romeo Vásquez, uno de los protagonistas de la crisis política, aseguró en una entrevista que Zelaya fue expulsado del país el 28 de junio para evitar muertes en Honduras, y reconoció que su expulsión no estaba contemplada en las órdenes judiciales que cumplían los militares.
Ya sin toque de queda y con la recuperación paulatina de la normalidad en el país, el denominado Bloque Popular este martes convocó nuevas manifestaciones de apoyo a Zelaya, y analizaba decretar un paro nacional en rechazo a las autoridades de facto.
El gobierno de facto de Roberto Micheletti adoptó las primeras medidas económicas para hacer frente a la crisis en Honduras, mientras el depuesto presidente Manuel Zelaya instó a los hondureños a la «insurrección» para forzar su restitución en el poder.
Consciente de que el tiempo apremia después de más de dos semanas en el exilio, y que su rival, Roberto Micheletti, ya está instalado en el poder, con el gobierno prácticamente formado, Zelaya instó a los hondureños a la «insurrección».
«La insurrección es un derecho legítimo (…) frente a un gobierno usurpador y de militares golpistas», afirmó Zelaya en rueda de prensa en Guatemala, adonde llegó el martes procedente de Nicaragua.
Zelaya incitó a sus compatriotas a la «la huelga, la manifestación, las tomas, la desobediencia civil» hasta que los «golpistas salgan del régimen de facto que han establecido en nuestro país».
El presidente depuesto tiene ahora depositadas sus esperanzas de volver a Tegucigalpa en la negociación que se reanuda este sábado en Costa Rica con la mediación del presidente Oscar Arias.
Ambas delegaciones -la suya y la de Micheletti- regresarán a San José una semana después de haberse ido sin ponerse de acuerdo sobre un tema clave: la restitución de Zelaya en el poder para concluir la actual legislatura que termina el 27 de enero, como lo exige la comunidad internacional que le ha dado su apoyo tras el golpe de estado del 28 de junio.
Pero nada parece indicar que Micheletti, designado presidente por el Congreso Nacional tras el golpe, vaya a retirarse.
«El gobierno tiene el control completo del territorio», avisó la víspera el canciller Carlos López, uno de los cuatro negociadores de la delegación de Micheletti, quien recomendó a Zelaya y a su delegación que se «carguen de paciencia» en la negociación, la misma que ha pedido el propio Arias.
Pocos en Honduras, con excepción de los sindicatos y los movimientos sociales de izquierda, desean el regreso de Zelaya al poder.
Mientras Zelaya da la vuelta a Centroamérica y viaja a Estados Unidos para recabar apoyos, el gobierno de Micheletti adoptó la víspera las primeras medidas de tipo económico en su primer consejo de ministros, destinadas a capear la crisis en que se encuentra el país.
El presupuesto para el 2009, que el gobierno de Zelaya debió haber presentado hace 10 meses, será de 112.938 millones de lempiras (5.600 millones de dólares), lo que supone una reducción de 8,2% con respecto a 2008, así como «una disminución del gasto corriente del 10% del gobierno central y un 20% de las instituciones descentralizadas», según anunció la nueva titular de Finanzas Gabriela Núñez.
«Se reducirán los gastos en compra de vehículos, viáticos, compra de combustible, publicidad y todo gasto innecesario», señaló la ministra quien aseguró que las entidades financieras internacionales no han suspendido los fondos externos ni los países la cooperación con Honduras.
Mientras trata de dar señales de normalidad a el país, que amaneció este miércoles sin toque de queda por segundo día consecutivo, Micheletti ha tenido que hacer frente a la primera baja de su gobierno con la dimisión de Enrique Ortez de la cartera de Gobernación después que había hecho otro tanto de la cancillería.
Ortez, que había dicho del presidente estadounidense Barack Obama que es un «negrito que no sabe dónde está Tegucigalpa», ha tomado la decisión de retirarse para «no causar daño al gobierno de nuestro amigo Roberto Micheletti», según declaró en su carta de renuncia.