Ricardo Piglia es un destacado escritor argentino; se caracteriza por su búsqueda de nuevas formas de novelar. «Plata quemada» es la reconstrucción de una historia real, en donde unos mafiosos de poca monta en Argentina, lograron dar un fuerte golpe a una institución municipal, la cual, cada mes, recorrí­a cierto tramo con el salario en efectivo de todos sus trabajadores. Estos villanos los interceptaron, y huyeron a Uruguay con los billetes.

Sin embargo, fueron perseguidos por la policí­a argentina, hasta rodearlos en su escondite. Por varias horas, se vivió la tensión y el tiroteo; la policí­a no se animaba a disparar a discreción, ya que el escondite estaba en el último nivel de un condominio, y no podí­a afectar a los demás vecinos.

Esta historia real fue un caso bastante sonado de los meses finales de 1967; sin embargo, por la poca memoria historia de los latinoamericanos, se olvidó pronto. Según relata Piglia, él mismo escuchó el testimonio de una de las mujeres implicadas, que tras salir de prisión, regresó a su pueblo. En el tren en que coincidieron el autor y esta ex convicta, le contó toda la historia, de la cual él recordaba algo.

La historia parecí­a increí­ble, inverosí­mil, y sin más atractivo que el llegar al clí­max del tiroteo. La escribió terminándola en 1977, pero sin mucha emoción. Sin embargo, al paso de los años, tuvo la oportunidad de reencontrarse con la historia, que le dio un giro interesante.

Durante el tiroteo de noviembre de 1967, un operador de radio intentó -como parte de la estrategia policial- contactar, a través de micrófonos, las voces de los ladrones encerrados. Con mucha dificultad, logró establecer cierto contacto, y más o menos logró identificar las voces. A veces, se le cruzaban en su grabación las voces de los otros vecinos del condominio.

Su esfuerzo no sirvió para la estrategia policial, ya que al final el desenlace fue mortal. Sin embargo, este operador de radio transcribió estas voces, trabajo que posteriormente encontrarí­a Piglia. Ello le dio la oportunidad de conocer el lenguaje de estos rufianes.

El léxico, con que Piglia relata esta historia, es hermoso. Se respira el arrabal porteño de mediados del siglo. Después, un poco de mayor investigación de parte del autor, le dio la oportunidad de conocer los partes oficiales, las crónicas de prensa y hasta los informes de una terapia psicológica que un psiquiatra hizo a uno de los malevos, en una de las múltiples ocasiones que estuvo en cárcel.

La historia realmente llama la atención, pero la forma en que Piglia la relata, es insuperable. El lenguaje es el verdadero protagonista, el cual le modificó la novela, que en 1997 ganara el Premio Planeta.

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