Fernando Ramos
Cuando alguien camina sobre una cuerda, o alambre, suspendido en el aire, a varios metros de distancia del suelo, se dice que practica el funambulismo. La palabra tiene una extraña musicalidad y al pronunciarla es posible evocar algún sitio raro; luego, cuando se habla de quien lo practica, se dice que es funámbulo; aun sabiendo lo que significa, es inevitable asociarlo a cualquier cosa, menos a un artista.
Philippe Petit nació en Francia, un 13 de agosto de 1949; quizá sus padres lo engendraron mientras iban en un avión, puede ser que estaban tan enamorados que caminaban en las nubes cuando todo sucedió; lo cierto es que al muchacho nunca le bastó dar pasos en tierra firme, él aprendió pronto a caminar sobre la cuerda floja, sin red, con la típica vara horizontal para ayudar a guardar el equilibrio.
Siendo muy joven Petit se las ingenio para colocar un cable entre las torres de la catedral de Notre Dame y más adelante hizo algo similar en el puente de la bahía en Sydney, Australia; en ambos casos fue arrestado, luego de hacer su acto, para ser liberado poco tiempo después, pues aunque sus intervenciones eran ilegales, la falta no merecía mayor castigo.
Cierto día, mientras estaba en la sala de espera de su dentista, tuvo en sus manos una publicación que contenía un artículo acerca de la construcción de las torres gemelas (las mismas que fueron voladas el 11-S); corría el año 1968, el «World trade center» no estaba construído, pero el francés se obsesionó y se propuso, cuando la obra estuviera terminada, colocar un cable y caminar de una torre hacia otra.
«Man on wire», dirigida por James Marsh, es una película que documenta y reconstruye, por medio del testimonio de los protagonistas, la hazaña de Philippe Petit. La película echa mano de videos, fotografías, entrevistas y la participación de actores, para contar, en clave de documental, los hechos que llevaron a cometer el que ha sido llamado: «el crimen artístico del siglo XX».
La cinta se centra en la preparación y ejecución del acto. El director tiene la habilidad de mezclar eventos pasados con la imagen y voz actual de Petit y quienes lo ayudaron a llevar a cabo su proyecto. Se trata de un ejercicio fílmico que tiene la etiqueta de documental, pero que al incrustar escenas ficticias se convierte en una especie de híbrido; aunque tales recreaciones son necesarias para conferir dramatismo a lo narrado por quienes hicieron posible que aquello sucediera.
El filme tiene el ritmo y suspenso adecuado para mantener la atención del espectador; pues aunque los sucesos de la mañana del 7 de agosto de 1974 sean conocidos, el director consigue transmitir, en buena medida, lo que pudieron haber sentido, aquel día, Petit y su equipo.
El cine es dinámico y se actualiza constantemente; en esa línea, el documental no se ha quedado atrás; ya lo ha demostrado Michael Moore con su tono desenfadado. «Man on wire» es una muestra de la evolución del género; pues al tiempo que lleva a la pantalla algo real, lo hace de forma entretenida, con matices de humor; presentándolo tal y como sucedió, tratando de no emitir juicios de valor sobre lo que se documenta. Solamente hay que reprocharle que no profundiza en las motivaciones originales, en cómo Petit devino en funámbulo-artista.
Calificación 8/10
DIRECCIí“N: James Marsh
PRODUCCIí“N: Simon Chinn
MíšSICA: Josh Ralph y Michael Nyman
FOTOGRAFíA: Igor Martinovic
EDICIí“N: Jinx Godfrey
INTí‰RPRETE: Philippe Petit
PAíS: Reino Unido
Aí‘O: 2008
Gí‰NERO: Documental
DURACIí“N: 90 minutos
«Man on Wire» es una película documental dirigida por James Marsh y ganadora del Oscar al mejor documental largo.
La película trata sobre el paseo que Philippe Petit realizó en 1974 entre la Torres gemelas de Nueva York y está basada en el libro de Petit, «To Reach the Clouds», recientemente reeditado con el nombre de «Man on Wire». La película presenta momentos de la preparación del evento y muestra fotografías del paseo, así como la reconstrucción de los hechos (con el actor Paul McGill en el papel de Petit) y entrevistas actuales a los participantes.
La película participó en la sección de documentales internacionales del Festival de Cine de Sundance 2008, donde ganó el Gran Premio del Jurado y el Premio de la Audiencia al mejor documental. En febrero de 2009, la película ganó el BAFTA a la mejor película británica, el Independent Spirit Awards y el Oscar al mejor documental largo.